13.4.07

La cuestión israelí


Como señala el autor de uno de los libros que voy a recomendar el conflicto que tiene como escenario Palestina es un asunto del que todos tenemos una opinión y del que sabemos en general muy poco. Y como sucede cuando nos da por verter consideraciones desde la ignorancia el encono en la discusión está asegurado, por absurda que sea la situación.
Tanto La tierra más disputada, de Joan B. Culla, como la obra de Jean Daniel La Prisión judía, abordan la cuestión desde una visión centrada en la experiencia histórica israelí. Y es precisamente por eso por lo que los traigo aquí, ya que se da un curioso fenómeno: el gran consenso en España alrededor de las tesis pro arabopalestinas.
Encuentro tres posibles motivos para explicar, si no la hegemonía, el predominio de esas tesis (prejuicios en gran medida):
-Uno de carácter moral, en especial vinculado a sentimientos de compasión y que se justifica por la instintiva simpatía -no exenta de condescendencia-hacia el pobre, el oprimido, el pueblo cercado u ocupado, hostigado de manera permanente desde la desproporción de fuerzas, etc.
-Ideológica reaccionaria, que se ampara en la deformación y la inflación de hechos y palabras hasta acuñar términos como "genocidio palestino", tergiversación conceptual fabricada en movimientos izquierdistas pero bajo cuyo amparo se da vía libre a la expresión de una corriente reprobada universalmente tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto y que ahora se ve liberada por la supuesta conversión en verdugos de las víctimas de entonces: el antisemitismo.
-Ideológica antiimperialista, que ha recorrido un gran camino con muchos virajes, desde la simpatía y apoyo inicial a la formación del Estado de Israel -que posiblemente no hubiera resistido a su guerra fundacional sin la yuda política y material que le ofreció la intercesión soviética- y su nebuloso proyecto socialista hasta el distanciamiento progresivo desde la década de los cincuenta y el alejamiento definitivo a raíz de la Guerra de los Seis Días. De entonces para acá la consideración que una mayoría de la izquierda hace de Israel es la de un Estado imperialista y racista, que mantiene una segregación interna hacia su población árabe y ocupa el territorio que la legalidad internacional confiere a los arabopalestinos con la clara intención de anexionarlo en todo o en parte.

Todo ello, como decía, influye en el decantamiento de la opinión pública. Y aquí, de nuevo, se produce el fenómeno descrito para Amélie o con el episodio de mi compañera Mercedes y el David de Miguel Ángel: además de los que tienen razones y argumentos para sostener su postura y que son interlocutores caulificados para discutir la cuestión con sus equivalentes desde la o las contrarias -porque existe otro riesgo, el de representar las cuestiones como un simple dualismo conflictivo, un antagonismo entre dos en el que no caben más posicionamientos-, están también quienes se suben al carro de lo que les parece socialmente conveniente, lo políticamente correcto y desde el desconocimiento se erigen en firmes defensores de lo que nada se sabe por seguidismo sin crítica. ( es decir, esnobismo en toda regla o bien víctimas de prejuicios exacerbados)

Yo también he formado parte de los pontificadores desde la nada, supongo que por el primero y el tercero de los motivos indicados, y conozco a muchos, algunos amigos mios, que creo que en su caso más por algunos prejuicios que por alienación del parecer siguen en una postura similar. No hace mucho que me propuse tomarme el tema en serio y creo que voy bien encaminado porque, la verdad, cada vez tengo más dudas, soy más cauteloso y, resumiendo, me agobia más el asunto. Hay que guardar la ecuanimidad necesaria para fundamentar la imposible equidistancia y estos dos libros son una buena base para compensar la inclinación a uno de los lados que por distintas circunstancias tenemos la mayoría. Es un asunto apasionante y medular para entender buena parte de las cosas que suceden más allá de los límites del territorio donde tiene lugar. Me daría con un canto en los dientes si dispusiera de tiempo y voluntad para llegar a ser capaz de poder formular las preguntas adecuadas, los imperativos de la vida diaria me hacen desartar de antemano casi por completo adquirir la competencia para articular respuestas fundamentadas y convincentes (que son cosas que poco tienen que ver la una con la otra generalmente, por cierto, pero es que hoy estoy pesimista).

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