16.4.07

Mudanza

Esta entrada no desdice a la de Refundación definitiva, sino que la complementa y precisa.
Veréis, amantísimos y fieles lectores -el contador no marca unidades, sino en miles, por lo que me dirijo a una multitud considerable-: ayer domingo tomé conocimiento de una realidad que me ha decidido a cambiar la residencia del blog manteniendo, eso sí, el formato y el espíritu de las últimas entradas -y el de las primeras-. No es que reniegue de esos ladrillos que tanto emocionan a NSTR, que tiene así ocasión de discutir conmigo y lavar su orgullo herido en mis aplastantes victorias de dardos, pero ya me preocupo bastante de ordinario como para soltar aquí más tribulaciones personales. De hecho creo que incluiré algunas de las entradas de este blog en el nuevo, que si no el miedo al vacío inicial me puede hacer desistir del nuevo empeño antes de comenzar (aunque, ejem, ultimamente estoy abonado a eso...soy un débil).
Creo que cada día se abren unos cuantos miles de blogs nuevos, así que qué mejor que contribuir a esta euforia especulativa en internet. Además, hostias, que llevo 14 meses sin abrir nada(...jijiji...jiji...más quisiera)
Ya contactaré con los lectores habituales para facilitarles la nueva dirección. A los ocasionales, accidentales, etc, que han empleado algún tiempo por aquí sólo espero no haberles aburrido ni cabreado más de lo debido y el mundo, aunque sea virtual y tan inaprensible en apariencia como el de internet, sigue siendo un pañuelo.
Hasta pronto.

14.4.07

Una misión peligrosa

El Gran Polaco nos reúne una vez al mes para darnos cuenta de las epopeyas que pergeña en la soledad llena de humedades de su sótano/salón de té. Ayer tocaba, como todos los viernes 13, sesión extraordinaria.
Caballeros, comenzó diciendo sin dejar de hurgarse los dientes con la vara del aceite de un Lada del 78, los Charlines Polacos vamos a organizar unas jornadas de perfeccionamiento en el asalto a furgones blindados en la región de Podlaquia, así que preparad los petates y arreando. Pero antes leed las instrucciones que están en estos sobres.
Cojo uno y me estremezco. Carraspeo, meto las manos en los bolsillos acompañando un leve balanceo de caderas adelante y atrás, y por fin me atrevo a alzar la voz.
Líder -en voz baja y untuosa-, temo que en esta ocasión tenga que expresar una objeción a su plan, por otra parte tan idóneo en todo lo que no comprende este pequeño pero.
El Gran Polaco levanta una ceja, engulle la varilla de aceite y dice: Habla, miserable.
Si, verá, ¡oh clemente y misericordioso!, nada me complace más que satisfacer sus deseos, aunque con ello me gane la trena, como bien sabes, pani, pero percibo alguna lagunilla en su plan en lo que concierne, exclusivamente, a la conservación de mi poco íntegra persona en sus constantes vitales habituales.
¡Habla claro, perro!, grita.
Desde luego, sublime camarada a cuyo albedrío me someto consciente de tu superior calidad...¡Deja de lamerme mi prieto trasero polaco, mentecato!, me interrumpe. Oh, si, por supuesto...ejem, verás, camarada jefazo, y lo digo sin ninguna acritud, pero entre las muchas constumbres que ennoblecen al gran pueblo polaco hay una, la de patear judíos, que a mi mosaica persona le resulta amenazante.
¡Pero si tú eres sólo medio judío, estás semicircunciso, no hablas una palabra de hebreo y únicamente santificas las fiestas a las que acuden las enormes tetas de tu prima Judith, cerdo endogámico!, exclama.
Protesto -y me yergo mientras digo esto justificándome en una fingida indignación-, Gran Polaco, en primer lugar porque lo de cerdo me parece una alusión antisemita y, en segundo lugar, porque mi actitud hacia mi prima es sólo contemplativa y admirativa y, además, creo que somos primos terceros...En cualquier caso, y como no es mi estilo declararme insumiso, ¿podría al menos prescindir del disfraz de viejo rabino y la bolsita de piel con el símbolo del dólar atada a la cintura repleta de monedas de oro que me adjudica en estas instrucciones?
El Gran Polaco dibuja media sonrisa en su rostro de viejo lobo estepario y en su gesto leo el anticipo de una lección:
¿Acaso crees, Rodia, que con un fardo de dinero y la apariencia de indefensión ibas a salir indemne de una agresión aunque te enviara al mismísimo Jerusalén oeste?

Soy un saco de prejuicios, el Gran Polaco me ha vuelto a demostrar que tiene mucho que enseñarme y que me queda todo por aprender.
Bueno, continúa, veo que has tomado cuenta de la insondable ignorancia que atesoras. Tranquilo, ya has tenido tu escarmiento, no te haré pasar por nada que ponga en peligro tu integridad física. Así que, querido y fiel Rodia, aquí tienes tus nuevas instrucciones -y me tiende otro sobre.
Salgo del sótano/salón de ti, lo abro y leo el contenido de la breve nota que contiene: mi nueva caracterización es la de...¡oficial del Ejército Rojo!

Carcajadas tras la puerta.

13.4.07

Refundación definitiva (o casi)

Atendiendo algunas quejas que coincidían en señalar la incomodidad de la presentación anterior -muchos colorines, letra pequeña, mucho texto, etc- he llevado a cabo esta reconfiguración, que también va a ser de contenidos.
Espero que ahora, con el fondo blanco y los tipos más grandes, sea menos incómodo leer (a mi también me fastidiaba la vista y no ando muy sobrado). La combinación de colores es imposible hacerla más sencilla. El archivo es diario porque espero introducir algo cada noche, generalmente breve. Se muestran la mitad de entradas -10- para no abrumar y desincentivar la lectura por una impresión de exceso. He incorporado barra de videos y de noticias, que a alguien le interesará. Vida nueva y nombre nuevo. A ver si consigo encontrar una forma que me satisfaga de ordenar las entradas por grupos y ordenarlo un poco más racionalmente.

(Gracias a Cris y Oscar por la foto de Coco)

¿Qué hiciste? ¿Contemporánea? Anda, periodista...


Cuando me encuentro con alguien que ha estudiado Historia siempre cae la pregunta del itinerario seguido, y siempre el comentario que sigue a la respuesta es el mismo.

Ayer me sucedió con Abel, un conocido del primer ciclo de la carrera, al que encontré en la biblioteca. ¿Seguiste con medieval? No, le digo, al final opté por contemporánea. Jeje, otro periodista, ¿eh?, me contesta.

Pero vamos a ver: ¿que cojones tendrá que ver? Para empezar no creo que sea un desdoro para nadie haber estudiado Periodismo. Lo que ocurre es que por su visibilidad son un colectivo donde cantan mucho los gañanes, pero dudo que en otros ámbitos se encuentren en menor medida: la tontería está repartida de manera homogénea y para muestra estoy yo, cumpliendo impecable la cuota de botarates que se espera de todo grupo -en este caso el de peatones del Mar Rojo semicircuncisos-.

Por otro lado la metodología y el aparato crítico de la ciencia histórica no le es ajeno a los contemporaneístas. Esto es una ciencia, señores, nadie la va a tener más grande por andar con lo más antiguo entre manos, por favor, se trata de producir conocimiento, no ideologías (que siempre tiran de la Historia construyendo historietas en las que triunfa más el que haga gala de mayor imaginación remontándose a la noche de los tiempos para legitimarse con un nosequé de vetetuasaberquelechesmeestascontando)

Es que si nos ponemos todos igual de tontos, no sé, por ejemplo, el entusiasmo con la arqueología y la historia del arte griegos tiene muy cogida por los pelos la utilidad social, digo yo, porque, que yo sepa, cuando vas por la Castellana y pegas una patada a una lata no te sale de debajo una estatua de Policleto precisamente (de hecho lo más habitual es encontrar otra lata o el basamento de la lata pateada, generalmente caca de perro o goma de mascar usada y, en el mejor de los casos, un condón)
Cawentó...

La cuestión israelí


Como señala el autor de uno de los libros que voy a recomendar el conflicto que tiene como escenario Palestina es un asunto del que todos tenemos una opinión y del que sabemos en general muy poco. Y como sucede cuando nos da por verter consideraciones desde la ignorancia el encono en la discusión está asegurado, por absurda que sea la situación.
Tanto La tierra más disputada, de Joan B. Culla, como la obra de Jean Daniel La Prisión judía, abordan la cuestión desde una visión centrada en la experiencia histórica israelí. Y es precisamente por eso por lo que los traigo aquí, ya que se da un curioso fenómeno: el gran consenso en España alrededor de las tesis pro arabopalestinas.
Encuentro tres posibles motivos para explicar, si no la hegemonía, el predominio de esas tesis (prejuicios en gran medida):
-Uno de carácter moral, en especial vinculado a sentimientos de compasión y que se justifica por la instintiva simpatía -no exenta de condescendencia-hacia el pobre, el oprimido, el pueblo cercado u ocupado, hostigado de manera permanente desde la desproporción de fuerzas, etc.
-Ideológica reaccionaria, que se ampara en la deformación y la inflación de hechos y palabras hasta acuñar términos como "genocidio palestino", tergiversación conceptual fabricada en movimientos izquierdistas pero bajo cuyo amparo se da vía libre a la expresión de una corriente reprobada universalmente tras la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto y que ahora se ve liberada por la supuesta conversión en verdugos de las víctimas de entonces: el antisemitismo.
-Ideológica antiimperialista, que ha recorrido un gran camino con muchos virajes, desde la simpatía y apoyo inicial a la formación del Estado de Israel -que posiblemente no hubiera resistido a su guerra fundacional sin la yuda política y material que le ofreció la intercesión soviética- y su nebuloso proyecto socialista hasta el distanciamiento progresivo desde la década de los cincuenta y el alejamiento definitivo a raíz de la Guerra de los Seis Días. De entonces para acá la consideración que una mayoría de la izquierda hace de Israel es la de un Estado imperialista y racista, que mantiene una segregación interna hacia su población árabe y ocupa el territorio que la legalidad internacional confiere a los arabopalestinos con la clara intención de anexionarlo en todo o en parte.

Todo ello, como decía, influye en el decantamiento de la opinión pública. Y aquí, de nuevo, se produce el fenómeno descrito para Amélie o con el episodio de mi compañera Mercedes y el David de Miguel Ángel: además de los que tienen razones y argumentos para sostener su postura y que son interlocutores caulificados para discutir la cuestión con sus equivalentes desde la o las contrarias -porque existe otro riesgo, el de representar las cuestiones como un simple dualismo conflictivo, un antagonismo entre dos en el que no caben más posicionamientos-, están también quienes se suben al carro de lo que les parece socialmente conveniente, lo políticamente correcto y desde el desconocimiento se erigen en firmes defensores de lo que nada se sabe por seguidismo sin crítica. ( es decir, esnobismo en toda regla o bien víctimas de prejuicios exacerbados)

Yo también he formado parte de los pontificadores desde la nada, supongo que por el primero y el tercero de los motivos indicados, y conozco a muchos, algunos amigos mios, que creo que en su caso más por algunos prejuicios que por alienación del parecer siguen en una postura similar. No hace mucho que me propuse tomarme el tema en serio y creo que voy bien encaminado porque, la verdad, cada vez tengo más dudas, soy más cauteloso y, resumiendo, me agobia más el asunto. Hay que guardar la ecuanimidad necesaria para fundamentar la imposible equidistancia y estos dos libros son una buena base para compensar la inclinación a uno de los lados que por distintas circunstancias tenemos la mayoría. Es un asunto apasionante y medular para entender buena parte de las cosas que suceden más allá de los límites del territorio donde tiene lugar. Me daría con un canto en los dientes si dispusiera de tiempo y voluntad para llegar a ser capaz de poder formular las preguntas adecuadas, los imperativos de la vida diaria me hacen desartar de antemano casi por completo adquirir la competencia para articular respuestas fundamentadas y convincentes (que son cosas que poco tienen que ver la una con la otra generalmente, por cierto, pero es que hoy estoy pesimista).

¿Responsabilidades políticas?

Los testimonios de esta semana en el juicio del 11-M han vuelto a poner de relieve, pero esta vez en sede judicial, que entre el 11 y el 13 de marzo de 2004 el Gobierno de España y el PP intentaron manipular a la ciudadanía para obtener réditos políticos partidistas de un atentado terrorista. Y punto pelota -hay muchos lugares en los que comprobar esto y ver detalladamente por qué es así; para los que sean refractarios a los hechos les quedan dos caminos: formar una secta o acudir al psiquiatra.
Pero lo que me interesa es que desde algunos partidos, especialmente el PSOE e IU, así como desde los medios de comunicación que les son más cercanos, parecen empeñados en colar el concepto de que deben rendirse, por parte tanto de quienes formaban parte del Gobierno entonces como de otras personalidades que no lo hacían -entre ellas el propio Presidente del partido, Mariano Rajoy-, responsabilidades políticas.
Creo que en general la sociedad civil para muchas cosas es más ágil, dinámica, solvente y eficaz que las instituciones de las que necesariamente ha de dotarse y que, por fortuna -la democracia es lo que tiene, pese a sus imperfecciones- en ocasiones resuelve los conflictos de forma pronta e incontestable. La ciudadanía de este país ya depuró responsabilidades políticas colocando a los gestores de aquel oprobioso intermedio entre los atentados y las elecciones en la oposición. Y, para mi, sanseacabó.
Es cierto que personas de la alta responsabilidad de Acebes, por señalar el caso más destacado, aferrándose con uñas y dientes a la desesperada interpretación del sostenella y no enmendalla, se podría decir que casi dan pábulo a los que entienden que determinados motivos son imperecederos. Pero esto sólo revela, en mi opinión, lo obtuso del primero -y de otros que siguen con la matraca- y la carencia de ideas de los segundos. (¿Hasta cuándo ese pedazo de secretario de organización del Partido Socialista va a seguir recurriendo día si y otro también a la guerra de Iraq, al Prestige, a las manipulaciones del 11-m y demás?¿Cuándo le va a dar por criticar las actuales propuestas del PP? Y si se me contesta que el PP lo que se dice propuestas no hace muchas, ¿por qué no hablar, al menos, de lo que hacen y dicen ahora?)

Lo del non bis in idem también vale para las responsabilidades políticas: exigir cuentas por duplicado por una misma cosa es poco razonable. Y no creo que los españoles nos merezcamos los políticos que tenemos.

12.4.07

La mens, el corpore y todo lo demás

Sanar la cabeza a estas alturas va a estar complicado: el estropicio hecho es demasiado grave. Pero voy a desentumecer los músculos, que para eso aún estoy en condiciones.
Recuerdo que al Gran Polaco Bebedor y Bicéfalo a Mayor Gloria de la Agujereada Humanidad me lo encontré, como un Tadzio talludito, en la sauna del HK hace unos años y desde entonces vivo prisionero del recuerdo de su emulación de Craso/L. Olivier conmigo (ya sabéis, el asunto de las ostras y los caracoles...Como mi madre me inculcó de pequeñito que había que comer de todo y soy incapaz de ir más allá de la literalidad, pues ni falta que hace decir como acabó el asunto)
Dejando a un lado episodios propios de El expreso de medianoche, tengo el deber, impuesto por la gratitud, de recomendar algunos blogs que alivian el molesto rutar que me acompaña de continuo a la altura de las sienes, muy distintos entre sí pero auténticas perlas de este territorio de geografía sinuosa y expansiva que es la blogosfera:
Lorzagirl, una delirante y genial satirización de una probable biografía,
La Edad Kafkiana, tribuna desde la que Lynnsinhill ofrece microficciones, algunas de tanto riesgo como los deportes que le gustan, pero de las que sale casi siempre airosa -y el suyo es un caso de éxito reconocido-,
El síndrome de Ottinger, un estimulante lugar que aúna no sólo conocimiento sino profundidad analítica y ponderación en el juicio,
El Dungeon de los senderos que se bifurcan, que nada más que por esa maravilla de alusión borgiana se merecería una visita, pero que es mucho más que una denominación afortunada,

y, por supuesto, los de mis amigos -los que escriben, no los cabronazos sin remisión que ahora que encima nos vemos poco han dejado a sus blogs morir de hambre y pena-:
Ideasmuertas, o la Polonia Realmente Existente en Madrid,
NSTR, el linuxero nenaza sobreviviente a Oxford y predicador del evangelio rodiano en el lejano oriente,
Posiblemente desidia, gran admirador de Paul Greengrass y de las películas de aviones en general al que ultimamente asaltan tentaciones políglotas.

Esto, por supuesto, sin perjuicio de los recomendados en ocasiones anteriores.

Filosofía de sobremesa (después de una fabada)

Lo que no me mata, me hace más fuerte.

Lo que no me hace más fuerte
lo suelto por el retrete.

Pero estamos vivos y lanzando periódicamente fuego graneado de heces sobre todo aliviadero que se ponga a tiro, cuando, lógicamente, lo que expulsamos no nos hace más fuertes, ergo, nos mataría de retenerlo.

Hemos nacido muertos y hace tiempo que ya no procedemos de padres vivos, cosa que nos agrada cada vez más. Pronto inventaremos la manera de nacer de una idea. (Dostoievski)

Idea -a modo de conclusión, tras pedir la cuenta-: la vida es un combate que se libra en los intestinos. Adorad vuestras tripas, pantagruélicos amigos, pues todo lo que tenéis por ellas os es dado.

Epílogo.
(Perseguidos por unos camareros armados, tras hacer un simpa)
¡Y qué me decís de los pies! ¿Los ángeles custodios?

Dos episodios de historia húngara, y II

...me gustaría contar dos historietas tomadas de mi amigo Lörinc Dániel:
La primera trata de libertad, que es el pensamiento central de nuestra época. Los nombres de los protagonistas, naturalmente, los conozco, pero no los pienso revelar, porque las consecuencias de mi indiscreción podrían ser desagradables para sus familiares, que ahora viven de nuevo feliz y desahogadamente, pero da igual, porque son los protagonistas de siempre, o sea, en dos palabras: un hombre y una mujer.
-¡Ay, querida camarada, qué cruel es usted! ¿Por qué rechaza mi sensual, pletórico amor? Corazón mío, ¿es que no se da cuenta usted de cómo palpita mi falo esponjado y rígido en la puritana cárcel de mi pernera?, ¿no estará humedeciéndose también de bendito rocío el regazo de su merced?
-No, si ya me doy perfecta cuenta de que la poderosa estaca de usted está preparándose evidentemente para dar el gran salto, pero, ¿qué quiere que le diga?, es que usted no me gusta lo que se dice nada.
-¿Y eso qué tendrá que ver?, ¡como si los hombres no fuésemos libres de ser todo lo feos que nos depare la suerte!
-Bueno, de acuerdo, pero es que usted, camarada, abusa mucho de esa libertad...

(por P. Esterhazy)

Dos episodios de historia húngara, I

-No sabes lo molesto que me resulta hablar de esto -me dijo, evidentemente nerviosa.
Sus pechos seguían en su sitio, y no habían cambiado. No perdió el tiempo en suspiros, sino que fue al grano (con desgarrones en la voz):
-Hace un año mi marido se lió con una chica de su oficina. La tumbó sobre la mesa de escribir y, zas, se la calzó. Claro que antes dejó bien libre la mesa de grapadoras y papelorios.
En mi cuarto estalló el silencio. Cerca estaban construyendo una residencia para obreros, y parece que iban a ser unos apartamentos muy pequeños, pero muy bien. A mí me caía bien la grúa, y también que se tomara tan en serio lo de las viviendas para obreros.
-...y desde entonces, pues eso, que es el prisionero de esa mujer...
La interrumpí, irritado: ¡qué expresiones!, ¡qué forma de hablar! Usamos las palabras con demasiada alegría, sobre todo cuando nos engañan. ¡Como si fuera así de fácil caer prisionero de nadie! Lo que suele ocurrir es que el problema es otro, y no acertamos a verlo.
-¡Te suplico que no me entiendas mal! Tienes razón. Lo que pasa es que, por lo que se refiere al placer corporal, pues eso, que mi marido y yo tenemos problemas, y ahí tienes la razón de que le tenga tan obsesionado esa zorra.
Oyéndola hablar así me acordé de pronto de una amiga mía con la que yo solía pasar horas en la cocina, pelando patatas, y dejábamos la peladura muy finita, casi como un suspiro, y luego dábamos de comer a sus hijos, y luego nos poníamos morados de tocarnos la entrepierna el uno al otro. Dios está contigo, chica. Yo seguía callado. Y Klára, de pronto, rompió a llorar.
-Pero es que mi marido no acaba de aclararse, él dice que me quiere, bueno, a su modo, y yo pienso que en eso no me miente. Por ejemplo, el otro día salió corriendo del retrete y me dijo que mientras estaba haciéndose pis y mirándose la polla, se había dado cuenta de lo mucho que me quiere; estarás de acuerdo conmigo en que esas cosas no se inventan así como así...Lo que pasa es que..., a veces me trae a la zorra ésa a casa, y se la lleva a nuestro lecho nupcial, y entonces a mí no me queda otro remedio que irme a dormir con los niños. Me pongo a jugar al parchís con ellos, y, claro, los pobres, pues no saben qué es lo que pasa...y me ganan casi siempre...hazte cargo: todo lo hemos hecho juntos, hasta la casa.
-¿Cuántos años tiene tu marido?
-Cincuentaidós años.
-¡Vaya! -comenté yo entonces, con toda la zalamería de mis treintaidós años, como si sólo tuviera veintidós. Hicimos una breve pausa, y yo la observaba, tenso, y es que había notado, profesional que es uno, que Klára no me había dicho toda la verdad, y así era, porque acabó soltándola:
-Mi marido me dice que la tengo muy grande. Que muchas veces le da la sensación de que no consigue hacer que me corra, dicho de otra forma, que se siente como un músico tocando en una sala de conciertos demasiado grande, mientras la otra es muy distinta por ahí abajo, ¿te das cuenta?, y eso a él le gusta más, pero mucho más, y por eso no puede dejar de pensar en ella, por mucho que lo intenta, por muy convencido que esté, y lo está de veras, de que yo valgo más.
¡Y cuanto más se sumía en esta contradicción, tanto más lloraba!
A la joven se le encendía el rostro de esperanza: ¡Queridos amigos!, ¿no es eso acaso lo que nos pasa a todos? ¡Cómo me apresuré a buscar una salida donde no la había fácil!, ¡pero tenía que haberla!, ¡no es posible que gente activa, lista, digna se hunda de esta manera!, ¿lucharon para esto nuestros padres?, ¡decidme!, ¿luchamos para esto nosotros?, ¡ni hablar!
-¡Ya lo tengo! -exclamé, estrmecido sólo de pensar en la solución que le brindaba.
Los dos nos estremecimos al tiempo después de tanta espera.
-Hay que entrenar mejor los músculos -le dije a Klára.
-Sí, eso, entrenar -repitió Klára, mecánicamente, y yo asentí, porque lo que le pasa a la cosita esa que tienen las mujeres es precisamente que está rodeada de músculos, como el fortín que defiende el soldado o el panal que levanta la abeja.
La atención desfiguraba su rostro. Al rostro de un amigo mío suele influirle también así la tristeza, y a este propósito recuerdo que coincidimos los dos una vez en un entierro, por eso puedo afirmarlo: su frente se había angostado, todo en él se había vuelto desproporcionado, ¡hasta los ojos se le habían juntado embrutecidamente, pero sin llegar a ponerse bizco, lo cual, por lo menos, habría dado un sentido a tamaña monstruosidad! Y esto, a pesar de que, puestos a medir la tristeza de aquel entierro, la mía habría resultado mayor, pero, claro, esas mediciones no son posibles. Y, bueno, tampoco sabía yo cómo estaba mi cara en aquel momento...
-Mira, tú lo que tienes que hacer es ponerte cómoda, y andar por la casa desnuda, y meterte el dedo a tu gusto en tu sagrario. Y verás que, justo a la entrada, donde en cualesquiera otros lugares de devoción está el agua bendita, tienes un músculo circular, y al toser se te contrae, y la cuestión es ésa: entrenarlo para que se te contraiga a voluntad.
-¿Así de fácil? -me preguntó ella, incrédula, y yo le di suaves golpecitos en la mejilla.
-No, claro que no, fácil, lo que se dice fácil, no hay nada.
(Aunque la verdad es que aquí podría haber puesto punto final, pero seguí y le expliqué con detalle la función de los músculos constrictores, de las agujetas, en fin...)
¿Es que voy a estar siempre pensando en estas cosas?¡Sería terrible! Tener que estar siempre pensando en una cosa que nunca..., que siempre..., que mi trnquilidad...
La frené con un fuerte movimiento de cabeza:
-Tú estate tranquila -le dije-, todo irá como las propias rosas a partir de ahora, ya verás. La cima de tus placeres se multiplicará. Lo aprenderás, todos lo hemos aprendido, como cuando aprende a ladrar el cachorrillo.
Se levantó de mi sofá y fue en dirección al baño poseída de una sorda esperanza, pero de pronto se volvió, y me dijo, con una jovial tosecita:
-(Autocensura) El sentido de la imagen está en su aspecto.