30.11.06

Aniversario


Cada jornada lo es de muchas cosas, conviene no entusiasmarse demasiado con la idea por mucho que nos complazca conferir significados sublimes a todo aquello que creemos nos singulariza, incluso aunque así sea afectivamente, sólo que en un sentido desprovisto de los glamoures que tal vez soñamos, compartiendo más el frecuente y vulgar destino de las colillas en la acera que el de los lirios en las florestas de divinas moradas remotas.

Hoy, concretamente esta tarde-noche, se cumple un año. Porque somos tarugos, un poco soñadores, algo disparatados, tendentes a desquiciarnos en la búsqueda de paralelismos, analogías y códigos secretos que desencriptar, porque millones de años de evolución no han acabado con la superstición básica de creernos integrantes inconscientes pero trascendentales de un orden cósmico eterno y oscuro, el calendario necrológico de mi cabeza establece una conexión y aventura algún tipo de morboso augurio al comprobar la existencia de otro 30 de noviembre, setenta años atrás, que asistió a la muerte del Poeta -el que en un cafetín lisboeta martirizaba versos-. Es inútil plantearse renunciar a estos infantiles instantes de absurda vanagloria a menos, eso sí, que seamos lo suficientemente fuertes como para afrontar la sobrecogedora timidez de nuestras vidas enanas.

Esto no es una esquela, no soy (tan) estúpido. Pero me concedo un rato con el cilicio del recuerdo, que es consuelo de lo único que me queda.

(Todos los recuerdos son infaustos, por si no os habíais dado cuenta)

p.d.: la tapa del retrete está quebrada y pellizca el muslo izquierdo al sentarse. Esto si que me jode. Ni cagando disfruta uno.

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