29.11.06

El Anarquismo Epistemológico

"El anarquismo epistemológico se diferencia tanto del escepticismo como del anarquismo político (o confesional). Mientras que el escéptico o bien considera que todas las opiniones son igualmente buenas o igualmente malas, o bien se abstiene de hacer un juicio de este tipo, el anarquismo epistemológico no tiene inconveniente alguno en pronunciarse a favor de las tesis más banales o insolentes. Mientras que al anarqusta político le gustaría acabar con una determinada forma de vida, el anarquista epistemológico puede, incluso, llegar a defenderla, ya que nunca permanece eternamente ni a favor ni en contra de ninguna institución ni de ninguna ideología.
Lo mismo que el dadaísta el anarquista no sólo no tiene ningún programa, sino que está en contra de todos los programas, aunque eventualmente puede llegar a convertirse en un acérrimo defensor ora del statu quo, ora de sus detractores. Sus objetivos pueden permanecer invariables o bien cambiar, sea por efecto de una argumentación, sea por aburrimiento o simplemente porque quiere impresionar. Con una determinada meta a la vista, el anarquista puede intentar conseguirla él solo o con ayuda de grupos organizados; en este empeño puede apelar a la razón o a la emoción, puede decidirse por el uso o no de la violencia. Su pasatiempo favorito consiste en confundir a los racionalistas inventando los argumentados más imponentes para las doctrinas más disparatadas. No hay opinión alguna, por "absurda" o "inmoral" que parezca, que el anarquista no tome en consideración y no tenga en cuenta a la hora de actuar, ni ningún método que considere imprescindible. Lo único que el anarquista rechaza de lleno son las normas generales, las leyes universales, las concepciones absolutas acerca, por ejemplo, de la "Verdad", la "Justicia", la "Integridad" y las conductas que estas actitudes conllevan, aunque no niega que a menudo es buena táctica el comportarse como si hubiera tales leyes y uno creyera en ellas. [...] Detrás de todos estos desafueros se esconde la convicción de que el hombre dejará de ser esclavo y alcanzará al fin una dignidad que sea algo más que un ejercicio de prudente conformismo, cuando sea capaz de abandonar sus convicciones más fundamentales, incluso aquellas que presuntamente hacen de él un hombre. [...] "

De "Tesis a favor del anarquismo", en Feyeranbend, Paul: ¿Por qué no Platón?, Tecnos, Madrid, 1985.

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