31.10.06

Gustavo Bueno y la "eutanasia procesal"


El sábado pasado el señor Arias, mientras nos mecíamos en el plácido balancín de gozosas libaciones al tiempo que, entre preocupados y divertidos, desarrollábamos la idea de una cercana y necesaria adquisición de compromisos cívicos ante el estado de las cosas, tanto en Madrid como en su alfoz -el resto del mundo-, me habló de una entrevista que había leído al antiguo catedrático de filosofía de la Universidad de Oviedo Gustavo Bueno en la que el personaje se explayaba sobre lo que llamaba "eutanasia procesal", que en román paladino se conoce como pena de muerte.

Una vez padecida su lectura y apenas repuesto tras el sobrecogimiento producido por la perpetración de semejante disparate, estoy en condiciones de resumiros el contenido del razonamiento del tito Gus:

Los seres humanos estamos totalmente determinados, pero poco; o sea que en un sentido global, si alguien escribiera nuestra biografía, encontraría que fuimos libres, pero nosotros mismos en nuestro devenir estamos sometidos a los imperativos de las circunstancias. Cabe la rectificación, pero no la negación del acto llevado a cabo (¿cómo no nos habíamos dado cuenta? Que gran tipo el Gus). Esa rectificación es imposible en los actos límite, a los que llama "crímenes horrendos" -con sangre y saña ya quedaría la mar de chulo y convincente, añado yo-. Por ejemplo: matar a alguien. La única rectificación posible en forma de arrepentimiento es el suicidio.
El fin regenerador y resocializador del sistema penal que impera en la mayor parte de los países occidentales es una moñada teutónica que sólo no ofende la inteligencia analítica de Gustavo cuando se aplica a los que se llevan condones estriados con sabor a mango sin pagar del Día y poco más, es decir, casos en los que el arrepentimiento y la rectificación es concebible -porque la churri resulta que era alérgica al mango y te vomitó sobre los genitales y te arrepentiste, y como aprendes de la experiencia la próxima vez cambiaste el sabor, rectificando muy sensatamente. Y no hablo por experiencia, que os conozco, malpensados-. Para el caso que nos ocupa, la pena de muerte, estamos ante algo totalmente diferente: se impone una redifinición urgente, porque la pena de muerte no puede ser considerada pena porque el sujeto desaparece con la muerte, por lo que no la sufre. Yo añadiría, Gus, que te lo has dejado en el tintero, que en realidad es un alivio liberarle de las ataduras y los males terrenales.
Privilegios aparte a los comisores de los "crímenes horrendos", la razón social de la necesidad de la pena-no pena de muerte es que de no estar establecida viviríamos en un estado de despiporre continuo, ya que no se definiría con claridad el límite de hasta dónde se puede llegar y todo estaría permitido: la gente se desmadra cuando pierde de vista que pueden cargársela, está claro.
Además, al instaurar el asesinato legal, podríamos apreciar en su justa medida la nobleza y virtud de la que el ser humano puede llegar a hacer gala. Señala la luminaria astur que los asesinatos que se produjeran en una sociedad con "eutanasias procesales" -porque no se contempla que cesaran, ya que tampoco es el objetivo disuadir a nadie, sino de retribuir lo inevitable: siempre habrá personas que maten a personas, pero entonces podremos aplicar el bíblico ojo por ojo. ¿Que qué conseguiremos entonces? Ejem...¿por qué hacéis preguntas absurdas? ¿No os lo he dicho ya? Poner un límite y evitar el despelote. ¿Que de qué sirve si en ningún punto de su mirífico razonamiento Gustavo profetiza la sociedad pacífica a pesar de las "eutanasias procesales"? Oh, por favor, dejad de cuestionar a Gustavo y asistir a la conclusión de esta epifanía intelectual de tan alto calado ético y civilizatorio, a ver si me va a parecer que estáis sobrepasando los límites y entonces me veré obligado a suicidaros lo que, a decir verdad, no es una amenaza, porque recordad que no sufriréis la pena al desaparecer con ella-, al desafiar la consecuencia prevista -la muerte-, serían, ojito con la cosa, actos de heroísmo. Para que lo visualicéis: un asesino serial con predilección por hacer víctimas de su afición a las niñas rubias con coletas de 9 años en el estado de Texas, donde está vigente y se aplica la pena-no pena de muerte, es un héroe al que deberíamos estimar no menos que al inventor del palo de la fregona; si un sujeto similar desarrolla su actividad en Getafe, donde el código penal aplicable es fruto de la debilidad mental de los correligionarios en filosofía jurídica de los teutones dipsómanos, estaríamos ante un sinvergüenza.
Eso sí, si alguno anda un poco escandalizado, más que nada por la pacatería en la que vivimos hoy por hoy a causa de la frívola corrección política, que se sosiegue: Gustavo no es partidario de ensañarse con los condenados a la pena-no pena de muerte -algo rapidito y limpio- y se muestra preocupado por conseguir un sistema con garantías procesales y advierte que si a alguno se nos va la mano y nos cargamos a nuestro vecino coñazo que está todo el día con la taladradora y no nos deja hacer nada, no nos asustemos: estas normas, las que conllevan la aplicación de "eutanasias procesales", también son variables históricamente, de modo que con suerte en veinte años no merece la calificación de "crímen horrendo" el asesinato de menos de 25 abuelas enfermas y solitarias. Un poco de relativismo ético sobre derechos humanos no hace mal a nadie, dice Gustavo -ya que el propio concepto de derechos humanos es hijo de la variabilidad histórica y, lejos de considerarse una conquista de la Humanidad en cuya aplicación los responsables principales no se afanan mucho aunque podrían para hacerlos valer, es un mero capricho cultural pasajero derivado de una simple mala racha allá por los años 30 y 40: genocidios, limpieza étnica, deportaciones masivas, regreso a formas de esclavitud y demás lindezas de nombre algo sórdido pero, a juicio de Gus, perfectamente justificables moralmente, pues toda sociedad tiene derecho a sus modas-.
Por cierto, los que siempre estáis a vueltas con la posibilidad de encontrar alternativas: el sistema complejo e impecable de Gustavo no es rígido en cuanto a los modos, si en lo referente a principios, así que se admiten alternativas a la "eutanasia procesal" -no me canso de repetir la fórmula, tiene algo de mágico-: versiones laicas del anatema que incorporan los avances de la ciencia, como enviar a los reos al espacio exterior -¡¡oh, que clarividencia, por favor!!: lo más grande desde la invención del pan de molde-.

Si alguien me recrimina el tratar con frivolidad un tema tan serio no podré reprochárselo. Obliterar mis comentarios jocosos y quedaréis ante una aberración que no tiene nada de invención o exageración mía, sino que reproduce de forma bastante veraz el contenido de la citada entrevista. Se me revuelven las tripas ante la justificación de una ideología eliminacionista tanto como a vosotros. Pero, la verdad, me parece tan burdo que me niego a adoptar un tono de solemnidad. Semejante fabada mental a mi no me inspira otra cosa que esto.

1 comentario:

NSTR dijo...

"Una vez padecida su lectura y apenas repuesto tras el sobrecogimiento producido por la perpetración de semejante disparate, estoy en condiciones de resumiros el contenido del razonamiento del tito Gus:" Me parece que la palabra "Resumir" aquí no toma toda su plenitud, jeje.

PD: Me ha costado leerlo, no tanto por el léxico, sino por el tiempo que requiere. Para otra vez podrías publicarlo en veces.