12.9.06

United 93, II: la película


Después de ajustar en la anterior entrada las cuentas dialécticamente a mis estimados colegas, paso a comentar como buenamente pueda la película.

Creo que nunca hasta ahora había asistido a un relato cinematográfico de un hecho histórico tan reciente y del que he podido ser testigo consciente. Esto, junto a lo trágico de la materia, las secuelas aún tan presentes de los hechos, conferían un carácter bastante excepcional a la película así como a la decisión de ir a verla, ya que las precauciones y los prejucios lógicos ante lo que uno se siente en cierta forma partícipe como espectador directo del acontecimiento me ponían en guardia y podrían llegar a mediatizar demasiado mi opinión.

Pero lo que resultó extraordinario de verdad fue la propia película. Sin un atisbo de afectación, sin la necesidad de ponerte un cuchillo en la garganta para que te emociones, sin tomar partido decididamente hasta el final del largometraje, cuando es moralmente ineludible hacerlo, Greengrass reconstruye con la naturalidad y agilidad que ya demostrara en Bloody Sunday los trágicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 adoptando un tono aséptico, medidamente distante, con un estilo muy cercano al género documental durante los tramos inicial y central de la historia en los que los principales escenarios son los distintos centros de control aéreo civil y militar de la costa este estadounidense, utilizando como hilo narrativo y estructura del relato el seguimiento que de los vuelos se realizaba de los vuelos desde los puestos de control. Sin más armazón discursivo que el impersonal lenguaje de los controladores y las pantallas de seguimiento la película va tomando trazas de thriller, incrementando de manera progresiva la tensión ante el desconcertante rumbo que tomaban los acontecimientos aquella mañana de verano. El escepticismo inicial se vuelve preocupación y culmina en terror e impotencia, en pánico y psicosis -una psicosis que sabemos no ha abandonado a gran parte del mundo aún hoy-, cuando lo que parece un dudoso hecho aislado se convierte en una cadena coordinada de sucesos que desemboca en una masacre indiscriminada y al parecer incontrolable.
Greengrass acierta con rotundidad en este tramo al transmitir una sensación básica: la ignorancia, el desconocimiento, el no saber qué diablos sucedía. El punto culminante en este sentido es la desaparición en los radares del primer avión secuestrado: sencillamente desaparece de la pantalla cuando sobrevolaba Nueva York. No se ve nada más. Porque realmente ninguno vimos ese primer impacto hasta días después gracias a unas grabaciones domésticas. Greengrass tampoco nos lo muestra, pero nosotros ahora si sabemos lo que pasó cuando el avión desapareció del radar y al ver a esos hombres atónitos y desconcertados que aún ignoran la verdad y lo que queda por venir sentimos terror y compasión, infinita compasión. La siguiente sensación que se transmite es la impotencia, cuyo epicentro se encuentra en el centro de mando de la fuerza aérea: la mayor potencia militar del mundo es incapaz de evitar lo que está sucediendo. La imposibilidad de llevar a cabo ningún tipo de acción ante la ineficacia y, se intuye, la ineptitud de unos gobernantes sobrepasados por los acontecimientos (Cheney en un búnker de Washington, Bush primero en un colegio y después protegido en el Air Force One sobrevolando sin rumbo y sin sentido el país para salvaguardarse del peligro que podía acechar en tierra) se respira en esa sala de mando, se filtra a través del rostro demudado de los hombres y mujeres que en la pantalla conectada en la CNN contemplan -como hicimos todos nosotros- el impacto del segundo avión primero y reciben después la noticia del ataque al Pentágono.
El sobrecogimiento es absoluto al escuchar una cifra: 4200 aviones surcan las cielos del país y todos son potenciales proyectiles susceptibles de ser utilizados. Las informaciones erróneas, las equivocaciones y las pistas falsas que surgen en el convulso trasiego de aquel triste despertar de septiembre se materializan en un hipotético cuadro del horror, una pizarra en la que van tomando nota de los vuelos supuestamente secuestrados. Ignorancia, miedo.

Y en estas volvemos al vuelo de United 93, secuestrado por cuatro terroristas que amenzan con hacer estallar una bomba adherida al cuerpo de uno de ellos. Los aproximadamente treinta minutos finales son uno de los episodios más emocionantes que he visto. El pánico inicial. Desconfianza ante la realidad de la amenaza. El conocimiento que toman los pasajeros de lo sucedido en Nueva York y Washington. La determinación que toman unos pocos de actuar como única posibilidad de salvar la vida. Las despedidas (reales) de los seres queridos. La traslación del miedo de los secuestrados a los secuestradores. La acción. La lucha por la vida de unas personas que se desconocen pero que se hacen solidarias en la adversidad. La esperanza, que sabes absurda porque conoces el desenlace pero que se te desborda del alma porque eres humano y puedes verte ahí, empatizas con esas personas ya que la verosimilitud de a lo que asistimos es total. El ritmo trepidante, que no te deja respirar. Ni un asomo de patriotismo ni ningún otro elemento que distraiga la atención de lo único importante: esos ochenta pasajeros, nuestros ochenta semejantes, esos ochenta nosotros. El final austero, sobrio, pero descarnado y brutal, como es siempre ese final.

Acabé aplastado contra la butaca, con palpitaciones y un nudo en el estómago. Ojalá hubiera sido sólo una película. Pero como película es magnífica.

6 comentarios:

NSTR dijo...

United 93 es una película que dura 1 hora y 30 minutos (aproximadamente), donde me entraron ganas de irme 2 veces:
- La primera cuando había pasado una hora de peli
- La segunda vez me entraron ganas cuando vi que una pareja se iba
Finalmente me quedé por respeto (iba con más gente).

Considero que es una película que no dice ni aporta nada y que cansa. Cansa mucho porque resulta que se hace muy pesada, y aunque haya gente que me argumente que "al repetir las cosas representaban fielmente la realidad"; yo diré: "entonces que hubieran puesto a las personas originales, que eso si que sería super-mega-real"; "¡Uy!, que se han muerto y eso no se puede representar", pues que tampoco representen las 50 llamadas del controlador al avión. Que hagan 3 y que digan: "Es imposible contactar con ellos" Ahhhh, que no se puede porque nos comemos 30 minutos y la peli sería un cortometraje, pues no pasa nada, lo ponemos y que los idiotas que nos vayan a ver se "crean" que fue así, que como son tontos se las metemos doblada...

"Señor director, señor director; Que la peli dura solo 1 hora, ¿Qué hacemos?" Y el director que es un tipo que sabe mucho (por eso es el director, sino sería el soplagaitas de turno) Dice: "Se despidieron todos, ¿No?", pues vamos a ponerlo: "Hay que ceñirse a los hechos....": "Qué listo es usted, señor director, mente preclara con ideas iluminadoras de culturas y galaxias". Muchas gracias señor Greengrass, ahora (y gracias a su afilado ingenio y artes cinematográficas) me ha quedado BIEN CLARO que TODOS se despidieron; Bueno, todos menos un extranjero ya que otra vez, haciendo gala de su ardid conceptual, nos deja bien claro que no se le debe criticar porque solo "representa" la realidad, si solo se despidieron 79 personas, pues no es plan "sobrecargar" de escenas la palícula poniendo una despedida innecesaria. Por favor...

Anda, con las despedidas ya salen otros 15 minutitos de metraje. ¿Cuántos llevamos? 30 de la torre de control con escensa repetidas a más no poder y falta de imaginación colosal más otras 15 de despedidas innecesarias la mayoría y que podrían haberse hecho en paralelo, ya que no hay que esperar a que el compañero de asiento se despida de su abuela para que otro llame a su madre. Total que nos queda la bonita cifra de 45 minutos. Pues nada, ahora echamos un poco de imaginación (bueno, mejor no) y ponemos las imágenes que se vieron en todos los telenoticias: "¿Pero esto no lo habŕa visto ya la gente?"; "Si, hombre, pero es que como sucedió, pues hay que contarlo, ya sabes... Yo solo "cuento" lo que pasó".

Seguro que hasta la peli tiene beneficios, y que algún desaprensivo me dirá: "eres un insensible, trata del 11-S", claro soy un insensible, por eso a partir de ahora cada vez que vea algo relaccionado con el "11-S", "11-M", o simplemente con el número "11" tiraré el dinero que lleve encima y me pondré a darle gracias a dios por estar vivo, que es lo único que cuenta.

Por cierto, ésta es mi contra-crítica (o réplica) con MI visión personal de la película, que seguro que no se comparte por todo el mundo, y que esta totalmente abierta a una réplica (o contra-crítica), la cual se agradecería que fuese argumentada.

Saludos.

R. dijo...

bueno, supongo que se podría decir que para gustos hay colores, pero eso sería relativizarlo todo y no es plan.
ahora ya podrá la peña contrastar dos pareceres opuestos, cada uno con sus argumentos y su forma de esgrimirlos.

salu2

Anónimo dijo...

Es cierto que la peli tiene fallos pero es una gran peli que muestra realmente la realidad americana. Tal vez le faltan matices como los que se ven en la página de web http://www.escolar.net/MT/archives/2006/04/la_proxima_inva.html

ni que decir tiene que intento ser irónico

R. dijo...

compañero, tienes un rollo rarito con las "realidades nacionales", pareces arzalluz, carod rovira o fjl. la peli, tal como yo la entiendo al menos, no va de "reflejar la realidad americana", sino que es el relato de unos salvajes atentados terroristas contra personas inocentes: yo no vi a nadie blandiendo pasaportes y haciendo discursos patrióticos. me parece que por desgracia es un drama universal reflejado a partir de una de sus manifestaciones particulares (y cuantitativamente la más notable)y tiene el mérito de rendir homenaje a las víctimas al margen de cualquier otra consideración, además de ser una película cojonudamente realizada.

que los norteamericanos nos caigan mejor o peor, ellos o sus dirigentes, y que un cierto complejo de inferioridad nos haga revolvernos contra sus supuestas taras como sociedad y como civilización es otra cosa. Esto va de personas, como yo lo veo, de personas, y para uno que se adhiere a la máxima de rousseau de la homogeneidad moral de la multitud y por tanto considera iguales en derechos y dignidad a sus congéneres al margen de creaciones burocráticas -las que determinan el nombre del país que expide tu pasaporte-, la procedencia de las víctimas inocentes de una masacre es una cuestión insignificante, y si la mayoría eran norteamericanas me apiado y compadezco de ellas en la misma medida que lo haría si fueran de Alpedrete. Y como la peli no va, a mi entender, de otra cosa que de hombres y mujeres, no consigo entender la obcecación por la "realidad nacional", el "territorio histórico" o el "en mi pueblo la tenemos más grande".

Deberías volver a ver la peli, prestando atención esta vez. Seguramente siga sin gustaros, eso no creo que cambie ni tiene porqué, faltaría más, pero a lo mejor la crítica sería de aspectos técnicos en lugar de planteamientos políticos o morales, porque por ahí no se sostiene. Nstr, aunque disienta de su parecer, ahí es mas justo y equilibrado.

Por cierto, una cosa: ¿existe la una "realidad americana"? si es así de verdad que es la primera noticia que tengo.

Saludos

Anónimo dijo...

"Deberías volver a ver la peli, prestando atención esta vez". Vale tio con esas amenazas dejaré de meterme con la peli jeje.

Bromas aparte, la peli no me gustará jamás, ya que si es algo tan importante para ellos no se deberían hacer tantas peliculas y demás historias para sacar tajada. Personalmente, la pelicula no me trasmite nada. Expone un hecho desde el punto de vista de las victimas. Porque me diras que los personajes son profundos, sobre todo los terroristas. Para ti entiendo que será una obra maestra, pero como le den un oscar pondré el grito en el cielo. Te alento nuevamente a que veas "Syriana", "En el nombre del Padre" y más peliculas del genero.

Saludos cordiales


PD: La "realidad americana" es una forma de hablar que intenta denotar en dos palabras los tópicos con los que identificamos a la sociedad estadounidense (la realidad existe incluso en Matrix)

R. dijo...

No, no, si es lo que decía, que es lógico que pueda no gustar, claro que sí, yo quería decir que me parece moralmente irreprochable.

entiendo tu crítica sobra la posible "mercantilización" de la tragedia; bueno, si, tal vez, eso es inevitable, pero no lo considero negativo mientras no se alienten populismos, demagogias e intereses espúreos en general. Sería meternos en disquisiciones muy largas, pero es un asunto interesante: cómo es de legítimo o hasta dónde el utilizar tragedias personales o colectivas por parte de una industria como la cinematográfica que, obviamente, tiene un interés de lucro. Para mi, como te decía, dpende de cual sea la finalidad y cómo se haga.
Ejemplo: "Tierra y libertad", de Ken Loach, puede tener un fin loable, pero tergiversa y es parcial, yo creo que intenta transmitir un mensaje ideológico presentista, y por eso no me gusta. Por contra, la reciente "Salvador", aunque redunda en estereotipos y demás, está además de mejor hecha guiada por fines menos cuestionables (de hecho tiene un aliento semejante a "En el nombre del padre") (aunque me enoja el reducido papel de LW).
Ahora, con debates de memoria histórica y tal es algo que viene bien planteárselo. Podría ser interesante hacerlo, si la peña se animara (que lo dudo, visto los antecedentes de participación)

La realidad en Matrix tiene menos sentido pero es más clara que en la vida sin pastillas azules. Dicen que hay al menos cuatro américas (EEUU) distintas: la de las costas, la sureña, la interior y la de la frontera con México.

A ver si este finde me alquilo Syriana, si es que no me llaman de la Vodafone, BNP Paribas, Siemens, FIAT, Wallmart o BSCH para ofrecerme el puesto de presidente del Consejo de Administración, porque al ritmo que voy...

saludos.