10.9.06

Clerks 2


La Vida de Brian, Trainspotting y Clerks son tres películas a cuyo conocimiento accedí en el salón de casa en compañía de unos colegas durante la travesía de la adolescencia; viaje este, por otro lado, del que se sabe el lugar de origen pero cuyo destino es una incógnita en la que vagamos hasta que nos damos cuenta de la cantidad de pelo que nos sale de las orejas, y es que la vejez viene orlada por una vellosa eclosión de desconcierto ("¿puede llegar a salirte pelo en la planta de los pies? Si, colega, se han dado casos"). Las tres me marcaron y contribuyeron en distinta medida a catalizar esos incipientes brotes de una cosmovisión disparatada, de un hedonismo turbio y autodestructivo, algo nihilista a ratos, con fuerte presencia de lo absurdo y decididamente trágica que ya boqueaba en mi "yo-chaval". Pero esto no es la historia de mi vida, que al igual que la mayoría es una vida sin mucha historia, sino el esbozo de explicación del por qué del interés en ver Clerks 2.

Han pasado más de diez años desde que vimos a Dante, Randal, Jay y Bob por primera vez matando el tiempo, trapicheando y hablando, sobre todo hablando, en el marco de un establecimiento comercial suburbano y bastante cochambroso, adonde acudía cada cual con su particular arsenal de procacidades, obsesiones cinematográficas, excentricidades sexuales y conflictos personales cotidianos para contárnoslos, hacernos partícipes y casi interlocutores de esa panda de jóvenes sin expectativas de nada más que seguir siempre igual, de hacer cada día lo que el anterior, que no era nunca otra cosa que el intento de satisfacer las necesidades que las personas tenemos fuera de las superproducciones de cine y los relatos con moraleja, y aquello era maravilloso, fresco, cercano, hilarante, tierno.
Pero las trampas de la edad madura acechan a la vuelta de la treintena y tanto Dante como Randal, de distinta forma, se enfrentan a las inhibiciones, a las represiones sociales que atenazan el deseo de mantener su particular way of life.
Kevin Smith es un freaky cachondo, deslenguado e irreverente que cuando se pone a escribir diálogos dando rienda suelta a sus manías te hace pasar momentos de desternillamiento brutales. En eso el tío es un crack. Pero cuando su mundo bizarro cede paso a sus preocupaciones supuestamente adultas desbarra totalmente: lo que es caústico, híspido, acerado, sarcástico, audaz y salvaje se convierte en peroratas tópicas, triviales, simples, convencionales y muy aburridas. Uno ve la peli a tirones, con risas, momento de parón en el que aprovechas para pensar si cortarte o no el pelo, en si enviar o no el currículo a este u otro sitio, de nuevo despiche, descanso para desconectar, vuelve el jolgorio, te dedicas a esperar a que termine esta secuencia y vuelvan las gracias, etc.

En resumen, una buena colección de gags ingeniosos lastrados por las interrupciones reiteradas de una supuesta historia adulta. Es una lástima que Smith sienta tanto la necesidad de hacerse mayor y lo entienda de esa manera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estoy deseoso del comentario de United 93, esa obra sublime, imparcial y objetiva sólo superable por el air flight simulator 98.