16.3.06

Confesiones, I


Es complicado esto de llevar una especie de diario público. Está uno obligado a darle un sentido personal al asunto. Y eso es jodido. El asunto. Y lo personal. Quiero decir que casi te hace sentir mal comprobar lo espaciado de las entradas que realizas (¿post?) y las explicaciones que te proporcionas son o bien poco convincentes o directamente desalentadoras. Primero te dices:"No, es que ando tan mal de tiempo...". Venga, no fastidies, resulta que no encuentras cinco minutos para teclear algo porque te absorve mucho tiempo limpiarte los oídos.-"Es que le quito el algodón al palito para hurgar mejor". Jo, que tío más raro. Después propones: "Es que para poner cualquier banalidad...perfiero abstenerme de escribir nada". Ah, claro, va a resultar que vives en un océano de trascendencia.¡Pero si viste 102 Dálmatas, capullo! Un poco más tarde ya es imposible seguir ocultándotelo: "No tengo nada que decir". Si, compañero, ahí le has dado. Pero consuélate: no conoces a nadie en distinta posición. Aporta entonces un poco de ruido.
Soy ateo. Del todo. Ateo hasta las trancas. Cuando mi convicción flaquea, lo que suele ocurrir los miércoles, escucho diez minutos La Mañana de la Cope y me vuelvo a sentir rebosante de muchas cosas, entre ellas de firmeza atea y determinación laica. Si conociese alguna emisora confesional judía, islámica, mazdeísta, sintoísta, confucianista, budista, animista, cienciológica o de los Hermanos por el Segundo Advenimiento de Milinko Pantic, estoy seguro que servirían igual. El ateísmo no axiológico, como el mío, tiene sin embargo algunas desventajas respecto a las ideologías dogmáticas como son las religiosas, entre otras: es poco propicio al entusiasmo y los excesos. Alguno diría que se trata de una virtud y en líneas generales estaría de acuerdo con él. Pero en un aspecto la comparación resulta desfavorable para mis correligionarios: la comicidad. Como la evidencia carece de valor ante lo que predica la creencia, lo que la realidad-la experiencia y la lógica-es e incluso lo que ha sido-el caso agravado de interpretación ideologizada-queda preterido, despreciado y engullido por lo que debería ser o haber sido. Un ejemplo del inefable Fede, conductor del anteriormente mencionado programa radiofónico: "la derecha en este país siempre ha sido maricomplejines, pero la izquierda siempre ha sido golpista"(sic) La historia del siglo XX en España contempló tres golpes de estado y una tentativa: el primero en septiembre de 1923 protagonizado por el general Miguel Primo de Rivera, del tipo pronunciamiento decimonónico, que triunfó y estableció una dictadura conservadora de siete años; el segundo fue el 17 y 18 de julio de 1936, que fracasó como golpe y dio lugar a una guerra civil que terminaron por ganar, como ya sabéis, los golpistas, instaurando cuatro décadas de régimen que no hace falta calificar ideológicamente, supongo; el tercero fue el 23 de febrero de 1981, que fracasó, protagonizado por progres de toda la vida como Jaime Milans del Bosch y Antonito Tejero(¡se sienten, coño!); el que se quedó en intento tuvo lugar la noche antes a las elecciones legislativas de octubre de 1982, en las que como se preveía, el PSOE arrasó: cabe suponer que los golpistas eran también muy de izquierdas y por eso querían celebrar el más que previsible triunfo de su opción política pegando unos tiros, lo normal, vamos. Fede and friends se agarran a la insurrección revolucionaria de carácter defensivo de octubre del 34 para justificar sus asertos y de paso cualquier barrabasada anterior, posterior y por venir de los "suyos"-porque hablan en términos de "los nuestros" y "los otros", la añoranza de la tribu-, pero habría que cogérsela con papel de fumar para calificarla de golpe de estado y desde luego omitir lo ya reseñado tan olímpicamente como en efecto hacen. Si uno se lo toma muy en serio puede decir que se lleva a cabo una "Occisión de la Verdad"; pero a mi, la verdad, me hace gracia que algo pueda mover a alguien, a quien supongo informado medianamente, a decir con total tranquilidad semejante barbaridad sin miedo al ridículo. Comeclavos, personaje de la tetralogía novelística de Albert Cohen, el líder de Los Esforzados, el disparatado y desternillante grupo de judíos de Cefalonía, hacia recitar a sus hijos un único mandamiento: "Mentiras sobre todas las cosas". Claro que él si sabía lo que estaba haciendo.
Just believe in me...

1 comentario:

NSTR dijo...

¿Cual nos vemos 102 dalmatas o límite vertical?... Mejor no hacer comentarios, que eso es una de las pocas cosas que no deben salir a la lz :-P