29.3.07

Rodia en el talego: la verdadera historia. III, Gestas ilíacas, recompensas orientales


El pelo crespo, la mirada torva y jupiterina gobernando el rostro aquilino, el Polaco no hablaba: ululaba. Y sus terroríficos alaridos iban hilvanando un plan que nosotros, viles parcas rameras de un Asmodeo proxeneta y ebrio, recibíamos como un vitriolo reconfortante: tal era nuestra depravada necedad.

La discusión estaba descartada; el debate lo desconocíamos. Obedecíamos ciegos de indignidad como malevos que aceptan una disciplina tiránica por el éxtasis de sentirse encadenados a la fuerza de unas palabras deletéreas pero dulcemente subyugantes.

Había que ponerse manos a la obra. Pospusimos la emasculación ritual de Maguila para aprestarnos a tirar de nuestra deformada capacidad de intelección y asumir los pasos de la operación. El Niño Oxigenado recordó que tenía a su disposición un gran número de destornilladores que podrían ser utilizados como palancas. Valoramos su aportación gratificándole con una galleta, que frotamos en el cárdeno gorbachov de Calvo-antes-de-serlo previamente como fórmula de un nuevo conjuro de invocación a la buena suerte. Al Niño Oxigenado le daba reparo llevarse a la boca algo que había estado en contacto con las nalgas de Calvo-antes-de-serlo, porque es un maripepis remilgado. Los demás entendimos que aquello era una infidencia, una falta de respeto y una deslealtad. Polaco le mordió la nuez y el Niño Oxigenado lloró, pero luego se comió la galleta. Ese fue el conato más serio de rebelión que hubo en nuestro grupo.

El objetivo sólo podía ser uno: el puesto de helados de Silvano con Machupichu. A su propietario, al que no conocíamos, nuestro derviche-caudillo mestizo le pintaba adornado con todas las taras humanas, la síntesis de lo que por entonces entendíamos que era un carácter acerbo. Su lengua como un áspid envenenaba el ánimo de quienes le escuchaban y la voluntad de resistencia, la inclinación a desobedecer que es el auténtico demiurgo del progreso del mundo, quedaba periclitada, exhausta, rendida. Putoquiosquerovamosacrujirte, era lo único que deseábamos.

Pero incluso a los más obcecados y caninos servidores hay que tenerlos materialmente satisfechos, aun a la caterva estólida que nutríamos Calvo-antes-de-serlo, Maguila, Niño Oxigenado y yo, así que Polaco, con potestad sobre amplios bienes y personas, nos prometió una recompensa que azuzó todavía más, si cabe, nuestra demente predisposición al mal: los favores de dos hembras virginales. Fue pronunciar esas dos últimas palabras y salir escupidos por nuestra salacidad a perpetrar lo acordado o lo que hiciera falta, que ni aunque el sursum corda mandara la contrario podíamos ni queríamos dejar de hacerlo. Esto último, su promesa de gratificarnos, fue algo tan innecesario como engañoso, pues el muy artero ya había premiado a Calvo-antes-de-serlo con lo mismo en otra ocasión anterior, como se aprecia en la foto, y con las mismas chicas además. Qué cabrón. Lo único que consiguió fue que al principio no hiciera falta recurir a los destornilladores para hacer de palanca.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dios mío Antonio. Que imaginación tienes. Que habrá niños leyendo esto y se creerán tus historias.

Anónimo dijo...

Radek, no lo estoy escribiendo yo, es cosa de Rodia. Y tio, reconoce que en la intimidad los implicados nos confesaron que las coss sucedieron justo como ahora Rodia se ha decidido a contar a todos.
Ánimo Rodia, yo te apoyo.

Anónimo dijo...

Si si, el polaco cabrón tenía un enorme carisma y liderazgo a la hora de llevar a colgados a asaltar un puesto de helados por traumas de infancia con el..."micolápiz"?