14.3.07

Quo vadis, Nicole Kidman?


El pasado lunes, zappeando un rato tras la cena, di en La Sexta con la película El pacificador, interpretada por George Clooney y Nicole Kidman. La cinta en sí es algo bastante horrendo, pero me hizo reflexionar sobre la manera de enfocar su carrera de algunos intérpretes.

La Kidman es una mujer dotada de un belleza que más que física es carismática. De hecho, personalmente, en el aspecto material me resulta algo desvaída, etérea, lejana, hierática, reverencial, distante y toda una serie de calificativos que tengan que ver con la inaprensibilidad de su persona, intangible y mística, con un halo histérico poderoso y un perceptible desequilibrio interno que la convierten en sujeto de toda la potencialidad de una estrella de cine, pero que salvo un breve lapso de tiempo comprendido entre 1999 y 2003 ha trabajado en cada truño que podría pasar por epígono de Fernando Esteso. Excluyendo Eyes Wide Shut, Las horas y Dogville -y mira que me inspira poca simpatía el danés ególatra que la dirige-, poco puede destacarse en su competente quehacer profesional. Moulin Rouge, Los Otros, La intérprete o Malicia tienen un pase, son películas dignas dentro de su modestia, pero el resto es tralla semejante al tequila que ponen -o ponían, al parecer la cosa está muy malita- en los bajos de Argüelles. Entre sus últimos títulos se encuentran, que yo recuerde, Cold Mountain, Las mujeres perfectas o Embrujada: suficiente para abrirle un consejo de guerra.

Tengo cierta curiosidad por su papel de la fotógrafo Diane Arbus, pero no sé si se ha estrenado aún o ya lo hizo y se me pasó. Pero rectifica, Nicole, campeona, que no mereces lo que te das.


Un caso masculino equiparable es Kevin Spacey, que pasó del Lester Burnham de American Beauty a la nada con sobrecogedora impasibilidad y aparente despreocupación. Esto ya me duele demasiado como para meterme a desarrollarlo.

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