19.3.07

Babelia se me adelantó

No dejes para mañana...
Llevaba yo toda la semana diciéndome que por fin iba a recomendar algo cuando con espanto veo que los de Babelia me han privado de regodearme con la exclusiva de la difusión a gran escala (no, no soy un fantasma: potencialmente esto llega a todo quisqui, mientras que el ADN sólo se queda en unas pocas ciudades)
Como ya no tiene mucho misterio la cosa, no demoro más: Casa de luciérnagas, una antología de la poesía latinoamericana escrita por mujeres nacidas de mediados de siglo XX para acá a cargo de Mario Campaña.
Mucho me temo que en tiempo no voy a poder permitirme dispendios de este tipo, y no penséis que me ha dado una fiebre de poetastro a pesar de que, como todos, he padecido en la juventud un ominoso periodo versificador, curado ya y restablecido el orden neuronal pese a la perversa inoculación del vicio lector que reactivó en mi una mefistofélica mujer en un caso típico de expropiación metafísica, ya que no pagó precio alguno por mi alma y lo hizo con toda la autoridad inherente a quien siempre quiere el mal y acaba practicando el bien, aunque este tarde en concretarse o nunca lo haga a los ojos del expropiado y su inveterada miopía de sujeto mínimo, sin luces para las grandes razones y los bienes comunes.
Volviendo a Babelia, uno de estos días pasados el periódico que edita Prisa y que, a mi modo de ver, es el mejor que se publica en este país pese a sus muchos vicios, realizó una entrevista a Bernardo Atxaga con motivo de su ingreso en la academia de la lengua vasca. Me llamó la atención que se aludiese a la crítica que escribió Ignacio Echevarría de El hijo del acordeonista, la novela que Atxaga publicó en 2004, que fue demoledora y que provocó la salida de éste del suplemento, pues la editora de la novela era Alfaguara, perteneciente a Prisa, y se vio con malos ojos la publicidad negativa que suponía esa reseña tan dura. Por lo visto Atxaga sigue dolido. Yo también, porque el que en un medio tan importante la independencia de criterio se vea cercenada por los intereses económicos del medio donde se ejerce la crítica habla muy poco del apoyo a la libertad de creación y opinión que debiera imperar en una sociedad democrática. Pero ya se sabe que nos movemos en un mundo de intereses, no de principios, o al menos no de aquellos que entran en colisión con el egoísmo de los particulares influyentes. Desde entonces mi escepticismo hacia los críticos y los medios dedicados a la crítica cultural se transformó en abierta animadversión.

(A todo esto, Atxaga me parece un escritor lamentable: qué bonito era el monte, cuando había que ordeñar a las vacas por las mañanas cada uno en su caserío, con los valores tradicionales en el mundo armonioso, y luego llegó el humo, la máquina de vapor, los trenes, el agua corriente, el pensamiento y las ideologías posescolásticas y todo se jodió, y pasaron cosas malas, pero la culpa fue del progreso, con lo bonito que era partir troncos a bocados...Y así siempre, más o menos. Echevarría tenía toda la razón)

No hay comentarios: