12.3.07

As time goes by, pero como si no

A quienes no hayan estudiado la historia de España les puede resultar una imputación insustancial, retórica y partidista la que hacemos algunos a ciertos medios que funcionan como think tank de la derecha española al calificarles de franquistas, con o sin neo o pos delante, que tampoco es cuestión de alargar palabras para dárselas de precisos o de modernos. Ante todo animar al personal a sustituir de vez en cuando la novelita, el poemario o el periódico de turno por un buen libro de Historia, esos que no suelen aparecer en la sección de best-sellers y que en la bibliografía citan no sólo fuentes secundarias e informes de autoridades, todo en la misma lengua y habitualmente pasados de fecha, eso lo primero. Y una vez hecho eso, familiarizados con cosas como el nacionalcatolicismo, el falangismo, el autoritarismo, integrismo, los movimientos fascistas en general y demás, leer lo que reproduzco a continuación:

(...) habrá tiempo de sobra para contrastar la insobornable apuesta nacional de la Derecha con la mísera apuesta antinacional de la izquierda. Pero lo único urgente pensando en el mañana es subrayar lo imperecedero de un ayer al que, por seguir la convención, debemos poner el nombre y el número de un día: (una fecha). Ese día, este día de ayer que sigue siendo hoy y será mañana, nuestra nación, la nación española, resucitada por sus muertos, renacida de las cenizas de la traición y los complejos, renovada por tantos niños que, a hombros de sus mayores, dan emocionante fe de vida, convocada por el único gran partido nacional que nos queda, dio un recital, un espectáculo de voz, de luz y sonido, de color y calor como nunca en su milenaria historia. Nunca tantos españoles se juntaron para renovar sus votos de seguir juntos hasta que la muerte de cada uno lo separe del vivir de los otros. Del vivir y del revivir, porque la crónica del glorioso sábado (fecha) es la crónica de un renacer, de una resurrección con la que muchos soñaban pero en la que pocos confiaban.

Sin embargo, ahí está. Por debajo y por encima del mar de banderas rojigualdas, detrás y delante de quienes la han convocado, triste y festiva, inquieta y tranquila, febrilmente pacífica, insobornablemente junta, entera y verdadera. Ahí está nuestra España. Y es de justicia que, embargados aún por la emoción, rindamos tributo a un partido político que ha sabido servir el mandato profundo que congregaba a los dos millones de asistentes a la mayor concentración humana, nacional, democrática y pacífica de nuestra Historia. Justo es reconocer al
(nombre de un partido) que, en lo esencial, ha sabido estar al servicio de España y no servirse de ella. Justo es reseñar que, por encima de algún error de organización –la música, sobre todos- y de las inveteradas, reiteradas, patológicas vacilaciones de un discurso político más pendiente de los contrarios que de los propios, de qué dirán que de lo que se dice, el (partido) ha sabido estar a la altura que esta tragedia nacional nos demanda y que el amor a España nos prescribe. Viendo a la nación en pie, como una inmensa bandera al viento de marzo, será necesario y resulta obligado hacer el análisis crítico de lo que pudo pasar y no pasó o pudo decirse y no se dijo. Pero ha sido el (partido) el que ha sido capaz de reunir a la Nación. Ha sido el (partido) el que ha prescindido de sus banderolas de partido para sumergirse en un mar de banderas nacionales. Ha sido un partido político el que, con todas sus limitaciones, ha conseguido que la nación pueda mirarse en el espejo y ver que tiene mucha vida atrás, mucha vida dentro y toda nuestra vida por delante para cumplir la difícil tarea cotidiana de la libertad. Por la Libertad, sí, y por España, más sí, justo es rendir tributo al (partido). Incluso antes de votarle

Se trata de una versión apenas resumida del artículo de Jiménez Losantos de hoy en LD. Las pocas frases suprimidas son las que refieren condiciones específicas del momento que impedirían que el juego funcionasen porque dan datos como el nombre del líder del partido -Rajoy-, una crítica a las cadenas generalistas de televisión nacionales -que obviamente no existían en los años 30-, la fecha del acto -10 de marzo de 2007- y el nombre del partido -PP-.
Sería absurdo meterme a realizar la exégesis del texto porque a nadie medianamente informado se le escapa que no es otra cosa que una inflamada recuperación del discurso más fascistizado del franquismo, con toda su profusión de alusiones palingenésicas, necrofílicas, ultranacionalistas, deformaciones propagandísticas, delirios historicistas y vocación totalitaria, sazonada con la pálida imitación retórica de un Giménez Caballero. La gracia del juego reside, por tanto, en el que si rellenamos los paréntesis con otros nombres y otras fechas, observaríamos que este texto podría haberse escrito perfectamente en 1934 o, mejor aún, en la primavera de 1939. Lo preocupante es que está fechado a 12 de marzo del 2007.

A estas alturas de la vida va a tener uno que desechar al bueno de Condorcet por el cenizo de Vico, y es que en este país cuesta mantener el optimismo.

Este fin de semana ha dado para más, pero por ahora es bastante.

2 comentarios:

NSTR dijo...

¿Vas a comisión por recomendar LD? Te lo digo porque esta es la 2º vez que hablas de ellos.
No suelo leer LD, así que no me posiciono con respecto a ellos (pero he odio a gente de derechas decir que son un poco exagerados, cuanto más dirán los demás).
Con respecto al artículo comentarte que podrías haber suprimido lo de "Derecha" e "izquierda" del texto, así no hubiera sabido hasta el final si era una crítica o un elogio.

Saludos.

R. dijo...

hombre, es que se trata de "retratar" el fenómeno. En la izquierda el equivalente por radicalidad, que serían posiciones estalinistas, maoistas o castristas, por ejemplo, es absolutamente marginal.Es decir, que me merece la misma consideración pero no me preocupa por su carácter tan minoritario -por muy paranoicos que se pongan algunos-, lo que no sucede en la otra acera. Y jamás de los jamases pretendería ambigüedad alguna sobre la calificación moral del texto en cuestión: la palabra que mejor se le aviene es vomitivo, sin ambages.

saludos