En el segundo acto de esta última pieza teatral de Anton Chejov, escrita pocos meses antes de fallecer víctima de una prolongada infección tuberculosa, se representan de manera eficaz y certera el escenario de la Rusia de Nicolás II, con sus pervivencias en el orden social y psicológico de la servidumbre y el estado de efervescencia que anunciaba el rosicler de un nuevo amanecer que conmocionaría al mundo, generando esperanzas de redención en inmensas masas durante un tiempo y provocando un doloroso desencanto al desvelarse los estremecedores métodos del perverso giro perpetrado en nombre de la más noble de las causas.
Personajes:
Libov Andréievna Ranevskaia, dueña de la finca
Ania, su hija, de 17 años.
Varia, su hija adoptiva, 24 años.
Leonid Andreievich Gaev, hermano de Ranevskaia.
Ermolai Alexeievich Lopajin, mercader.
Piotr Sergueievich Trofimov, estudiante
Firs, lacayo, viejo de 87 años
(y otros)
Servidumbre...
Entra Firs, trae un abrigo.
Firs (a Gaev): ¿Quiere usted, señor, ponérselo, que hay humedad?
Gaev (poniéndoselo): ¡Qué fastidioso eres, hombre!
Firs: Venga, venga...Esta mañana se marchó usted sin decir nada (le examina).
Liubov Andréievna: ¡Cómo has envejecido, Firs!
Firs: ¿Qué desea?
Lopajin: Dice que has envejecido mucho.
Firs: Ya hace mucho tiempo que vivo. Se disponían a casarme, y su papaíto no había nacido aún...(se ríe). Y cuando nos salió la libertad era ya el criado principal. entonces renuncié a la libertad y me quedé con los señores...(pausa). Y recuerdo que todos estaban contentos, pero ni ellos mismos sabían por qué.
Lopajin: Antes se estaba muy bien. Por lo menos apaleaban.
Firs (que no le ha oído): ¡Ya lo creo! Los mujiks con los señores, los señores con los mujiks; en cambio ahora, cada uno por su lado, nada se comprende.
Gaev: Cállate, Firs. Mañana tengo que ir a la ciudad. Prometieron presentarme a un general que nos puede prestar dinero sobre una letra de cambio.
Lopajin: No conseguirán ustedes nada. Y no podrán pagar los intereses, estése tranquilo.
Liubov Andréievna: Está delirando. Ese general no existe.
7.12.06
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1 comentario:
Que grande es Chejov. Uno de los autores que más me han influído. Vivimos esa decadencia parecida, propia de personas demasiado ociosas para pensar en gilipolleces, porque nunca han conocido los verdaderos palos.
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