
El pasado lunes falleció Francisco Fernández Ochoa. Como habréis escuchado ya cientos de veces fue el primer español en logar un oro olímpico y el único hasta hoy que lo ha conseguido en unos juegos de invierno. El esquí es un deporte que desconozco y no tengo intención de criticar al COE, al programa ADO, a la secretaría de Estado para el deporte ni al Ministerio de Educación por la escasez de ayudas a los deportistas. El deceso de Paquito me ha sugerido el siguiente apotegma -y lo es porque ya tengo una relativa celebridad: en mi casa todo el mundo me conoce-: los madrileños, cuando nos ponemos a descender, somos capaces de llegar abajo más aprisa que nadie. Quien crea que me pongo hiperbólico que se pare, no ya a considerar a nuestros gobernantes populares, que por sí solos merecerían que El Bosco les inmortalizara en un díptico -siniestro resultaría de narices-, sino que examine con detenimiento las alternativas.
Claro que junto a esta facilidad para degradarse el madrileño presenta otros perfiles más favorables. Y es que Madrid es para mi el ejemplo histórico de patriotismo. Entiéndase esto bien: como indica Maurizio Viroli, el patriotismo alude al amor por las instituciones políticas y la defensa de todo aquello en lo que se sustancia la libertad de un pueblo, es decir, un concepto republicano, de valores cívicos e integrador; nada que ver con el nacionalismo, que a lo que refiere es a la identidad etnocultural de un colectivo sobre cualquier otra consideración y por lo tanto, aunque pueden ser democráticos, muestran un flanco débil accesible a las lógicas de la exclusión por cuestiones no inmanentes. Y el ejemplo más universalmente aceptado de esto que predico de mis conciudadanos es el 2 de mayo de 1808 que, si este país no estuviese tan mal configurado y representado en lo simbólico, debería ser la efeméride a considerar como fiesta nacional en lugar del dichoso 12 de octubre que tiene un significado aristocrático, militar, imperialista y particular, mientras que la primera fecha posee un alcance popular, verdaderamente nacional, democrático y liberal.
Otro ejemplo de esto es octubre 1936-marzo 1939. Claro que yo soy progre de pensamiento débil y eso influye.
Hoy se estrena Los Fantasmas de Goya. Veremos que tal le ha quedado el asunto al bueno de Milos.
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