Haciéndome eco de las numerosas -dos- peticiones llegadas a mi cuenta de correo inquiriendo sobre la verdadera identidad del sujeto aquí referenciado por la iniciales J. L. S., y demandando más información sobre tan peculiar ser humano, inicio hoy la redacción de su biografía, que verá la luz por breves capítulos y con una periodicidad aún no establecida y que variará en función de las dificultades que pueda encontrar para obtener la información, que presumo serán muchas dadas las trabas que el biografiado tiene intención de poner.
CAPÍTULO I.
Pese a no tener como prioridad seguir una evolución cronológica estrictamente lineal es ineludible comenzar por el origen de J.L.S., lo que significa, tanto en este como en cualquier otro caso, hablar de la madre -los padres son siempre una incógnita que no merece la pena despejar para resolver la ecuación de la existencia-.
Tanto la oficina del registro civil de Tel-Aviv, su ciudad natal, como la numerosa correspondencia encontrada en la Biblioteca del Congreso de los EEUU, la Francois Miterrand de París y los archivos secretísimos del Vaticano, así como las pruebas de ADN realizadas a partir de unos patuquitos con lazo azul y un paño con sangre menstrual conservados en la Sala de Objetos Encontrados por los Becarios Españoles de Arqueología del Museo Británico y, decisivamente, el testimonio de sus vecinos, amigos y familiares, arrojan datos suficientes como para poder afirmar que, tal como suponía, J.L.S. es, sin lugar a dudas, un hijo de su madre.
Je, no se me escapa una. Lo tengo agarrado por las pelotas, menudo soy yo para esto de hacer de sabueso.
Como decía el mítico Miguel Blanco, que ya tomaba viagra antes de que Iker Jiménez perdiera los dientes de leche: "investigaremosssss..."
27.8.06
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