Ahora que te encuentro...

Una de mis tristes indagaciones por las avenidas del fetichismo melómano me hizo desembocar en el espacio de una chica de Mollet, María, tal vez el único encuentro satisfactorio hasta hoy de los pocos que me ha deparado internet. Pero hace un mes dejó de escribir en su blog y tiene pinta de no ser algo temporal. Tampoco es que la haya leído con exhaustividad, pero me ha bastado para intuir que se trata de una muchacha inteligente, sensible, creativa, divertida y con unos gustos cinematográficos algo dudosos, pero ya se sabe que a este lado del Atlántico nadie es perfecto. Voy a traer a este cruce de caminos y crisol de estupideces que escribo una de sus entradas. Os pongo en antecedentes: desde hace siete años cuida a un crío, que lo era entonces pero pasado el tiempo se ha convertido más bien en un chaval -que sigue siendo un crío pero que incrementa y diversifica sus zonas de proliferación pilosa- de 15 años al que sus padres insisten en poner una canguro de guardia. Veamos como charlan:

-María, de mayor quiero ser cirujano cardiovascular.
-Ah, que bien. Así algún día podrías llegar a ser mi médico.
-Por fin podré verte las tetas.
-Pues anda que estarán buenas para entonces...

El diálogo es maravilloso. Me da igual lo que pueda tener de recreación literaria, es genial. Ya comprenderéis que me aflija su inactividad.
Esto también demuestra que los hombres desde muy temprana edad y a pesar de las embestidas del tiempo no dejan nunca de tener un interés primordial: la Medicina.

Por cierto, aquí os presento a mi uróloga, la doctora Meredith Grey.
(La prevención es fundamental, así que desde los 24 voy tres veces a la semana)