Hace apenas un par de días pude vivir en el pellejo propio, que es como el DNI, personal e intransferible y con lo que estableces una hasta cierto punto absurda relación de propiedad y pertenencia; hace un par de días pude vivir, como decía -lo que corrobora que cuando digo "digo", digo "digo", lo que puede ser entendido como fidelidad a uno mismo y solidez del parecer, aunque también obcecación y pertinacia, depende del "digo" que se dijera, lo que dicho así queda como idiota, hay que decirlo(juas, juas)- una manifestación de la amistad en su más pura esencia. Jaime, tras medio año de desesperante dilación, accedió a sacarme el libro del que ya hablé en otro momento, lo que le supuso un grave quebranto en sus planes del viernes y sobre todo representó una quiebra en su talante vital; esto, lejos de ser una crítica a su desenvolvimiento como sujeto, lo que pone de relieve es la grandeza de su amistad: transigió en hacer algo que no sólo se la soplaba sino que le fastidiaba por complacer a un colega. Y también fue una conmovedora muestra de las pequeñas falsedades que habitan en todas las relaciones y que en sí no tienen otro significado que el indicar la imposibilidad de la aspiración a lo absoluto en cualquier faceta de la vida y, lejos de representar una falta de honestidad, escenifican la humanidad de cada uno -una humanidad vertebrada también a base de pequeñas trolas-: el picarón se sacó en su día de la manga un supuesto préstamo del libro a un profesor para desembarazarse de mis reiterados requerimientos durante el mayor tiempo posible. Que cosas.
Jaime es un gran tipo. Hoy estoy feliz.
25.6.06
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