3.3.06

Algo de poesía...

Si tan sólo yacieras muerta y fría
Si tan sólo yacieras muerta y fría
y las luces del oeste se apagaran,
vendrías aquí e inclinarías tu cabeza,
y yo reposaría la frente sobre tu pecho
y tú susurrarías palabras de ternura
perdonándome, pues ya estás muerta:
no te alzarías ni partirías presurosa,
aunque tengas voluntad de pájaro errante,
mas tú sabes que tu pelo está prisionero
en torno al sol, la luna y las estrellas;
quisiera, amada, que yacieras
en la tierra, bajo hojas de bardana,
mientras las estrellas, una a una, se apagan.

Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos
"Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
porque nuestro amor declina".
Y responde ella:
"Aunque nuestro amor se desvanezca,
permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la Pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,
y qué lejano nuestro primer beso,
y que viejo parece mi corazón!".
Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
"La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones".
Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un animalillo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño; y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.
"No te lamentes", dijo él, "que estamos cansados
porque otros amores nos esperan,
odiemos y amemos a través del Tiempo imperturbable,
ante nosotros yace la eternidad,
nuestras almas son amor y un continuo adiós".

Ahora que estamos casi establecidos en nuestra casa
Ahora que estamos casi establecidos en nuestra casa,
nombraré a esos amigos que ya no pueden cenar con nosotros
junto al fuego de turba en la antigua torre,
y habiendo charlado hasta muy tarde
subir al dormitorio por la angosta escalera de caracol;
descubridores de la olvidada verdad
o simples compañeros de mi juventud,
todos han muerto y esta noche están en mi pensamiento.
(...)
Ellos fueron mis compañeros íntimos muchos años,
como si formaran parte de mi vida y mi mente,
y sin embargo ahora sus rostros sin vida parecen contemplarnos
desde el viejo grabado de algún libro; estoy acostumbrado a su falta de vida.
(...)

Oí decir a los muy, muy viejos
Oí decir a los muy, muy viejos:
"Todo cambia,
y uno a uno vamos cayendo".
Tenían las manos como garras,
y las rodillas torcidas como espinos
junto a las aguas.
Oí decir a los muy, muy viejos:
"Todo lo bello se pierde al pasar,
como las aguas".

William Butler Yeats

La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor
La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor
impulsa mis verdes años; la que marchita la raíz del árbol
es la que me destruye.
Y yo estoy mudo para decirle a la encorvada rosa
que la misma fiebre invernal dobla mi juventud.

La fuerza que impulsa el agua entre las rocas
impulsa mi roja sangre; la que seca los arroyos parlantes
vuelve cera los míos.
Y yo estoy mudo para contarle a mis venas
cómo la misma boca bebe del manantial de la montaña.

La mano que arremolina el agua del estanque
remueve las arenas; la que amarra las ráfagas del viento
iza mi vela de sudario.
Y yo estoy mudo para decirle al ahorcado
que el barro del verdugo está hecho de mi arcilla.

Los labios del tiempo sorben del manantial;
el amor gotea y se acumula, mas la sangre vertida
calmará sus pesares.
Y yo estoy mudo para decirle al viento en la intemperie
cómo ha trazado el tiempo un cielo entre los astros.

Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada
que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.

Veinticuatro años
Veinticuatro años rememoran las lágrimas de mis ojos.
(Enterrad a los muertos para que no marchen penosamente hacia la tumba.)
En el dique de la puerta natural me acurruqué como un sastre
que cosiera la mortaja para una travesía
bajo la luz del sol devorador de carne.
Vestido para morir comencé el contoneo sensual
las venas rojas llenas de dinero,
en dirección final a la ciudad rudimentaria
avanzo mientras dure lo que existe para siempre.

Dylan Thomas

No estoy pensando en nada
No estoy pensando en nada,
y esta cosa central, que no es ninguna cosa,
me resulta agradable como el aire de la noche,
fresco en contraste con el cálido verano de este día.
No estar pensando en nada, ¡es tan bueno!
Pensar en nada
es tener el alma en propiedad y entera.
Pensar en nada
es vivir íntimamente el flujo y el reflujo de la vida.
No estoy pensando en nada...
Es como si acostado en mala posición
me doliera la espalda, o un lado de la espalda.
Siento amargor de boca en el alma:
es que, al fin y al cabo,
no estoy pensando en nada,
realmente en nada,
en nada...

Fernando Pessoa

1 comentario:

NSTR dijo...

¿¿¿Ande vas exagerao???. Cuando te dije que a ver si escribias un poco más no me refería a que te liases a poner tanto texto, pero vamos, prefiero que te pases escribiendo mucho, a que no pongas nada :-)
Bueno, me alegro de que seas tu el de R.E.M. porque sino ibamos a tener problemas legales ya que "Antonio el de R.E.M." es marca registrada.
Por cierto, el post de "costear al abogado" ha sido increíble, no veas lo que me he reido sobre todo con lo de "cigarrillos de la risa".
Venga me despido, pero antes te comento cual era mi web: http://nestor1981.blogspot.com/
Un saludo