
Posiblemente, la película mejor ambientada musicalmente que he visto nunca, anacronismos incluidos. No se trata de una posibilidad a lo Carlsberg -desmentida por esa joya checa que es la cerveza pilsener-, sino de una de las que ronda la certeza. Siempre me quedará la duda de si con otro actor que no fuera el caraculo de Ryan O'Neal habría quedado más redonda...Ah, el bueno de Redmond Barry, imposible no sentir simpatía por ese arribista artero y con pocos escrúpulos, pero no peor que ninguno de los que le rechazan y bastante más meritorio que cualquiera de ellos, víctima de la aversión de clase en una sociedad que apenas las estaba esbozando y que encubría su prejuicio y la defensa de su privilegio injusto con otros artificios. Y todo mientras suenan Haydn, Haendel, Schubert, Vivaldi, Bach, Paisiello, Mozart o canciones del folclore irlandés que hacen que hasta la pelandrusca de Nora, la prima de Barry y con quien tiene sus primicias amorosas, resulte algo dulcemente etérea y vaporosa siendo como es un callo malayo manipulador gracias a ese Mujeres de Irlanda interpretado por The Chieftains.
3 comentarios:
De esas pelis lentísimas, pero tan conmovedoras que te las puedes tragar no se cuántas veces...
tienes todo la razón. es extremadamente morosa, pausada, pero tan cuidada hasta los últimos detalles y tan acojonantemente bellísima y emocionante que resulta inagotable.La putada es que la banda sonora, hasta donde yo se, está agotada.
La tengo. Está ya sabes dónde
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