Y para cerrar este domingo tan prolífico

Retomando la entrada Palabras inexistentes: ya sé que "antoniologismos" es un antoniologismo, de modo que ahorraros la gracia, lechones.

Prometo no continuar por hoy. Voy a hacer el equipaje para mi aventura levantina: un bañador, un par de calcetines, unos calzobas, bolsa de aseo, camiseta de tirantes, camisola modelo Corrupción en Miami, una novelita -El molino de Levin, de J. Bobrowski-, un arpón para cazar ballenas, un repelente de nórdicas macizas, manta por si a la vuelta me quedo tirado atravesando la provincia de Teruel -el Mordor ibérico-, pasaporte diplomático expedido por la Embajada de Camboya, una postal de Ulan Bator -para sentir que los 110 cv del Xantia emulan de alguna manera las hordas mongólicas de los grandes khanes de las estepas asiáticas-, una estampita de san Cristóbal haciendo un calvo a los lomos de un camello, la discografía completa de los Chieftains -homenaje a mis remotos antepasados irlandeses, llegados a Castilla en el siglo XVII como panda de muertos de hambre prestos a ser utilizados como carne de cañón en guerras ajenas y que casi cuatro siglos después mantienen una descendencia tan lamentable como ellos mismos, no hay más que verme: morenito pero igual de deplorable irlandés dipsómano y pendenciero- papel de culo y agua. Lo básico.

A más ver