20.8.06

Los dones

En Otro poema de los dones Borges dice dar gracias "Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad", lo que entiendo como que nos permite recrear la imagen de lo que podrían llegar a ser, una especulación que asumimos como realidad para cuya concreción sólo se requeriría la voluntad del ser amado, que si se enterara de nuestros barruntos diría que pedimos demasiado. Y no le faltaría razón. En justicia no podemos más que aspirar a lo que quiera llegar a ser, al margen de que sea todo lo que puede, sólo una parte o esté fuera de su alcance. Y en este último caso dependerá de cada uno el camino que le lleve al final: bien apoyar incondicionalmente al otro en la prosecución de una meta inalcanzable, bien tratar de conseguir que deseche las expectativas imposibles. En el primero de los casos cosecharemos el rechazo bajo la acusación de haber alimentado esperanzas vanamente; en el segundo recogeremos el odio de quien se siente atacado en lo más íntimo, el derecho a soñar, porque la posibilidad de trasladar el sueño del territorio que le es propio al mundo en que no es sino un ente extraño y desvalido es así mismo otro sueño y como tal digno de ser soñado (Soñar/es el modo que el alma/tiene para que nunca se le escape/lo que se escaparía si dejásemos/de soñar que es verdad lo que no existe, dice Salinas).
Menuda jodienda. Para evitar que la vida se convierta en una lóbrega celda abogo por no dejar de hacer alharacas a la mínima ocasión que se presente: quizás sea hora de celebrar, por ejemplo, el éxito inconmensurable que puede llegar a suponer abrocharse la bragueta.

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