3.7.06

Miscelánea

El once del mundial previo a la disputa de las semifinales: Buffon (Ita)/ Eboue (CM), Cannavaro (Ita), Ayala (Arg), Lahm (Ale)/ Zambrotta (Ita), Vieira (Fra), Deco (Port)/ Klose (Ale), Henry(Fra), Rooney (Ing) o Messi (Arg).

La semana pasada al volver de Carrefour me encontré con un antiguo amigo, compañero de parrandas, afanes, proyectos delirantes y ensoñaciones varias durante la adolescencia. Le acompañaban su compañera y, tendida en un carrito, su hija de cinco meses, Lucía, una preciosa criatura redonda, pelona, blanquita, babeante y como estupefacta de encontrarse en el mundo, sensación que a muchos no nos abandona nunca. De no haber sido por la cría el encuentro habría resultado bastante incómodo, como siempre ocurre cuando el pasado se quiere hacer presente más allá del recuerdo. Pero estaba allí el pequeño proyecto de persona y pude volver a sentir unos 14 años después la minúscula mano cerrarse alrededor de mi dedo meñique, palpar el cráneo esponjoso, oler el minùsculo cuerpo como en fermentación. A los que no contemplamos la paternidad los hijos de los amigos nos hacen viejos solitarios.

Los resultados del referéndum para la ratificación del Estatuto de Autonomía de Cataluña del pasado 18 de junio dieron como ganador al Si con casi un 74% del voto, frente al 21% que votó No, con una participación algo inferior al 50% del censo. El Partido Popular y los medios afines pretendieron subrepticiamente deslegitimar el resultado, que había dado una contundente victoria a los partidarios del nuevo texto, alegando la baja participación e interpretándola como implícito rechazo de la ciudadanía al proceso de reforma estatutaria, lo que engarzaría con el que fue uno de los argumentos utilizados por estos sectores para atacar el proyecto, esto es, la supuesta "lejanía de los políticos a la ciudadanía" que estaría más interesada en cuestiones más perentorias de la vida cotidiana. Otros pretendieron incluso presentar el resultado como una victoria de las tesis del PP.
Argüir que una iniciativa parlamentaria es ilegítima porque no responde al sentir mayoritario de los ciudadanos es o desconocer lo que significa una democracia representativa o estar en contra de ella, y en un sólo sentido, porque dudo mucho que la alternativa que provenga del PP al sistema parlamentario sea la democracia directa.
Hay tb que considerarse un gran prestidigitador social y presuponer la idiotez del personal para intentar equiparar un No, y no un No cualquiera, sino uno esencialista, radical, absoluto, a una abstención. Pocas veces alguien ha obtenido, según parece, una tan contundente victoria con el respaldo de menos de la tercera parte de votos que sus antagonistas. Claro que ya habíamos visto que la democracia parlamentaria no valía en algunos casos.
En Cataluña existe una participación diferencial electoral en función del tipo de comicios que se celebren. En las consultas autonómicas hay una mayor abstención, mayoritariamente de electorado inmigrante de otras regiones de España y socialista, que tiende a considerar los asuntos autonómicos como de incumbencia de los naturales del lugar, lo que no es así, pero el comportamiento es ese. La media de participación en las elecciones autonómicas en Cataluña es del 60'9%, alrededor de diez puntos por debajo de lo que sucede en las generales. A esto hay que añadirle el carácter particular de los referendums, en los que siempre la participación es menor en España que en las elecciones. Excluyendo los que son sustantivamente diferentes por tener un significado fundacional, tenemos el que se celebró el 12/3/86 sobre el ingreso en la OTAN, en el que la participación fue del 59'4% -y se trataba de un tema que exaltaba muchas pasiones, alguno lo recordaréis- y el de aprobación de la Constitución Europea, en el que fue del 44%. Pero incluso en aquellos de tipo fundacional, que suponían la instauración de un nuevo régimen político, jurídico y administrativo, la participación siempre ha sido baja: un 67'1% el 6 de diciembre de 1978 -y había nada menos que un Constitución democrática en juego- y un 59% en el de aprobación del anterior Estatuto de Cataluña, que reestablecía el autogobierno de la región tras 40 años. La participación media en las legislativas desde 1977 ha sido de más del 73%, también baja en comparación con algunos países de nuestro entorno, lo que no es sino una triste reminiscencia de un régimen dictatorial que hizo durante cuatro décadas de la desmovilización política de la población uno de sus principales objetivos.
Esto ya de por sí desmonta parte de las tesis de la derecha. Pero vamos más allá. Algunas lumbreras del sector mencionado hablaron tras el 18 de junio de la abstención como refugio de la ciudadanía asqueda por la deriva política de su comunidad y atacada por lo horda rojo-secesionista que la gobernaba, de ahí la calificación de la abstención como rechazo. Hombre, interpretar el silencio cuando uno puede hablar es complicado, más aún cuando no son pocos los politólogos que consideran la abstención como asentimiento pasivo, confianza de la población en los gestores políticos al margen del color que tengan: confianza en el sistema. Es una corriente anglosajona, norteamericana principalmente, país en el que la participación electoral no suele rebasar en mucho el 50%. No estamos hablando de la mayor democracia del mundo, que es la India, pero si la más importante, y no me imagino a la reconvertida al atlantismo derecha española descalificando el sistema político de los Estados Unidos de América porque no participa la mitad del censo, lo que significa que se refugian para intentar protegerse de la tiranía imperante, plas, plas.
Pero demos otra vuelta de tuerca al asunto. Para resultar creíbles los criterios de principio deben prevalecer sobre los de oportunidad, esto está más o menos claro. En el referéndum constitucional de 6/12/78 el PNV llamó a la abstención de sus votantes. La participación en las provincias vascas, donde ya existía un régimen preautonómico, el Consejo General Vasco y por lo tanto era un ámbito admisnistrativo y político diferenciado, la participación fue del 44'7%, ganando el Sí con un 69% aproximadamente. Una participación cinco puntos inferior a la registrada en Cataluña el 18-J y una menor fuerza del Si. El resultado mostraba la existencia de un subsistema vasco propio diferenciado del resto de España. Aplicando la lógica que ahora utiliza el PP, la ciudadanía vasca rechazó la Constitución; por lo tanto, el régimen político constitucional español es ilegítimo en el País Vasco, porque no cuenta con el apoyo popular, pueblo que se ha significado como sujeto diferenciado a través de su comportamiento electoral, de la explicitación de su voluntad política; si el régimen es ilegítimo, son válidos todos los medios para revocarlo; luego ETA no es una banda terrorista, sino MLNV, como se definió en los 60 con Krutwig y como fueron reconocidos por el presidente del Gobierno de España en 1998, José María Aznar.
Obviamente lo anterior es una barbaridad; pero, al parecer, ese despropósito albergan las nuevas proposiciones de teoría política de la FAES. Si se pretende descalificar lo anterior hablando de la evidente falta de libertades en las privincias vascas recuérdese que en las sucesivas consultas electorales autonómicas en dicha comunidad la participación media ha sido del 64'6%, sólo un 0'8% inferior a la media nacional en comicios del mismo tipo, y casi del 71% en las legislativas, menos de tres puntos por debajo de la media nacional, por lo que la presencia de la coacción terrorista no tiene significativa influencia en la afluencia a las urnas, al contrario de lo que sucede en otras facetas de la vida de los vascos; por otro lado, si es cierto, como proponen en las tribunas de la derecha, que en Cataluña existe un régimen nacional-socialista cercenador de derechos y libertades tampoco podría esgrimirse la violencia en el País Vasco como fenómeno que permite que hechos similares se interpreten de forma opuesta, pues la situación sería análoga.
Mucho morro, en definitiva.

No debería ver los informativos de La Sexta cuando arranquen, porque me temo que soy capaz de creerme cualquier cosa que me diga Helena Resano.

Hoy me he comprado por segunda vez un libro, y no creáis que es una edición distinta especialmente distinguida de una obra que me fascina, lo que sería más o menos normal. El mismo ejemplar de bolsillo. Es que no se a quien dejo las cosas y cuando lo se aquellas personas a las que se las dejo no saben lo que hacen con ellas. Una vidorra...

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